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El rodaje había empezado, pero yo ni me percaté de ello. Si es cierto que había visto más barullo de gente del habitual, pero tenía tanto trabajo que mi mente no pensaba en otra cosa. El único rato de desconexión que tenía lo usaba en ir a buscar un café bien cargado, tomar un poco el aire, y volver a recargar pilas para el resto de la mañana.

- Ya solo les queda esta semana -. Comentó Mery, rompiendo el silencio que había en el laboratorio, pues todo el mundo estaba concentrado en su trabajo.

- ¿Esta semana? -. Pregunté. La verdad es que no sabía a qué se refería.

- Si, de rodaje -. Dijo - Hemos estado tan liadas esta vez, que no me he dado ni cuenta del jaleo que ha habido estos días por aquí -.

- Llevas razón -. Suspiré - Pero al fin y al cabo, esto es mucho más importante que lo que esté pasando por ahí abajo - Reí. La verdad era que estábamos teniendo problemas, las cosas no nos salían como esperábamos, y los resultados que obteniamos no eran apropiados, haciendo que el trabajo se multiplicase.

Era mediodía, yo llevaba toda la mañana con un experimento que me había absorbido por completo. Pero esta vez parecía que los resultados serían más prometedores.

- Es hora de bajar a por un café -. Dije, aliviada.

La solía estar siempre llena, y el café que allí servían era de bastante mala calidad, por lo que yo bajaba a la primera planta, donde había una máquina expendedora, que tenía cafés de varios tipos, mucho más sabroso.

Cogí el ascensor, a pesar de que solo era un piso, las escaleras estaban bastante lejos, y la verdad, no me apetecía ir hasta allí. Bajaba abstraída, contestando unos mensajes, y viendo mis redes sociales, cuando escuché una voz.

- Perdona -. No pensé que era a mi a quién estaban llamando, así que lo ignoré, y seguí con mi camino. No me había fijado en que no había nadie más en aquella planta, solo esa persona que me llamaba y yo.

Noté unos pasos muy cerca, justo detrás mío, y de repente, un ligero toque en el hombro.

- Perdona - Dijo, con la respiración algo acelerada - ¿Podrías decirme dónde está la cafetería? Me gustaría comprar café, y creo que me he perdido - Rió.

- Si, claro - Dije, sin levantar la vista del teléfono - La cafetería está justo en la planta de abajo, marca el 0 en el ascensor, y según salgas, gira a la izquierda. Verás un cartel muy grande, verde, que lo indica.

- Muchísimas gracias - Dijo, agradecido.

- De nada - Respondí, dejando por fin el teléfono.

Me quedé pálida, no era posible, era él. Pedro Pascal acababa de hablar conmigo mientras yo estaba más pendiente de mi teléfono.

"Aila, confirmado, eres estúpida"

Fue mi primer pensamiento. Y seguro que él también ha pensado que soy estúpida.

- Espera - Dije, sin pensar. Las palabras salieron solas de mi boca. Pedro se giró, sonriente, esperando lo que tenía que decir.

Me quedé en blanco, era tan guapo, con una sonrisa que dejaría sin aliento a cualquiera. Vestía unos jeans azules, unas zapatillas Adidas y una camiseta blanca, y realmente se veía increíble. Sus ojos oscuros me atravesaron, haciéndome sentir muy pequeña a su lado. Era la primera vez que un hombre me hacía sentir así con solo una mirada. Me estremecí, mi corazón se había acelerado, y al mismo tiempo lo había echo mi respiración. Siempre había admitido que él me ponía bastante, pero nunca había imaginado que mi cuerpo reaccionaría así a su presencia.

- ¡Café! - Mi boca seguía sin articular más de una palabra seguida. Él me miraba, extrañado.

"Vamos Aila, deja de hacer el idiota de una vez"

- El café de la cafetería es muy malo - Conseguí decir, a duras penas.

Pedro me miraba, risueño, parecía disfrutar con aquella situación.

- Entonces, ¿Me recomiendas que no beba café? - Y ahí estaba esa sonrisa, de nuevo.

- No, no - Intentaba sonar calmada, segura de mi misma, aunque dudo que pueda conseguirlo - En esta planta, hay una máquina expendedora, con un café mucho mejor que el de la cafetería.

Bien, había conseguido articular una frase sin parecer idiota. Algo había progresado.

- Me dirijo allí, si quieres, puedes venir conmigo - No sabía cómo había conseguido valor para invitar a Pedro a venir conmigo, pero lo había echo, y sorprendentemente, me había salido bastante bien.

- Si me lo vendes así, no tendré más remedio - Dijo. Se le notaba, disfrutaba de aquello, sabía que me ponía nerviosa, y le gustaba.

- Bien, sígueme - Dije, y comencé a caminar, notando su mirada fija detrás mía.

- Por cierto, me llamo Pedro - Dijo, en tono burlón. ¿Cómo era posible? Nunca me había sentido intimidada por un hombre, y no estaba dispuesta a dejar que esta vez fuese diferente.

- Aila - Contesté.

El camino fue corto, y ninguno de los dos dijimos ni una sola palabra. Yo intentaba calmar mis nervios, y él me miraba, como analizandome. Por fin llegamos a la máquina expendedora, y una parte de mi sintió una pequeña decepción, pues él cogería su café, y se marcharía por donde había venido.

- ¿Alguna recomendación en cuanto a qué café debo elegir? - Dijo, risueño. Yo asentí, y sin ni si quiera pensar, introduje el dinero, y saqué dos cafés latte, pues era el que yo acostumbraba a tomar.

- Gracias por invitarme al café - Dijo, riendo. El sonido de su risa era música, la perfecta melodía para mis oídos.

- La siguiente invitas tú - Dije... ¿Cómo había podido decir eso? Tenía que dejar de actuar sin pensar...

"Deja de cagarla Aila, por favor" Me repetía una y otra vez.

- Es justo - Contestó, para mi sorpresa - Mañana, misma hora, y mismo lugar - Su sonrisa fue más amplia aún, y yo no pude ni contestar, simplemente miré como se alejaba, despacio, tomando su café.

Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora