El que Natalia con toda la parsimonia del mundo, me detallara sus hipótesis, sobre como Diego probablemente tenía una novia con la que se iba a dormir por las noches, consiguió que se me revolvieran las tripas del asco. Mi amiga señaló lo plausible del asunto al enumerar sus razones:
—Siempre te trae temprano aquí, están juntos máximo hasta las diez de la noche con la excusa de que tiene que dormir. ¿Es por eso o por qué no puede estar más tiempo fuera de casa porque levanta sospechas? Tal vez se va a dormir con ella, después de que se besuquea contigo.
Dejé mi plato de pollo horneado a un lado, se me había quitado el apetito.
—Nunca te ha invitado a su casa, ni siquiera ese día que lo llamaste de madrugada. Además, en el día trabaja, pero es su propio jefe, podría hasta darse el lujo de ir a almorzar con ella. ¿Alguna vez se han visto antes de las 5 de la tarde en los días que no da clases? Piensa, Máxima, piensa. Te recomiendo que para la próxima sesión de besos lo marques.
—¿Lo marque? —pregunté sin entender.
—Sí, un rasguño, un chupón, una marca que su novia pueda ver. Si se molesta... Es sospechoso. Claro, no se lo dejes en un lugar visible para el público, tiene que ser algo íntimo, en el pecho, por ejemplo.
Su teoría me cayó como un balde de agua fría, friísima.
—Me parece un poco tóxico hacer eso.
—Pues sí, pero es lo único que se me ocurre para que salgamos de dudas. Y además, es normal, o sea, si te besas con alguien con mucha pasión, eventualmente, queda alguna marca.
Me esforcé por comer y luego me encerré en mi habitación para llamarlo. No me contestó y eso me puso de mal humor. Mi mente comenzó a hilar situaciones, a hacerse conjeturas y preguntas.
Si viviese con una mujer... ¿Qué excusa le habría dado para beber en un bar, a solas, por tantas horas, aquella noche que terminó en el hospital? Lo había llamado unas semanas antes, a las tres de la madrugada, porque se me había hecho intolerable seguir esperando una respuesta a su mensaje y él me había hecho aguardar unos segundos, para despertarse bien, ¿sería posible que en realidad se estuviese alejando de su novia dormida? Negué con la cabeza, Diego no podría ser capaz de decirme todo lo que me había dicho con su novia a unos cuantos metros... ¿Cierto?
«Te mintió por meses», me recordé a mí misma. Si algo tenía que tener claro era que Diego, en efecto, era capaz de engañar sin problemas. No obstante, quería creer que el haberme mentido le había resultado posible, porque lo había hecho por teléfono y que sería muy distinto si tuviese que mirarme a los ojos. No lo creía capaz de besarme de la manera en que lo hacía y luego irse a dormir con otra mujer. Le había preguntado si existía una novia y me había respondido que no, además de que antes de irme al pueblo me había dicho que solo estaba yo.
Suspiré, al entender que, sin importar cuánto intentara convencerme de que él era sincero, la duda me jodía.
¿Y la ropa? Yo lo besaba, lo lamía, mi olor lo impregnaba. Joder, ¡le había humedecido los pantalones! Una mujer notaría el aroma de mi perfume. ¿Y si se cambiaba? Podría hacerlo, era posible.
Tanto darle vueltas a lo mismo hizo que me doliera la cabeza. Me hice un ovillo en la cama molesta y justo cuando iba a comenzar una nueva ronda de suposiciones, mi teléfono sonó, era él.
—Hola —saludó con simpleza—, lo que escuchas al fondo son las máquinas, ¿cómo estás?
—Bien, bien. Aquí en mi cama.
—Estoy hecho un desastre, tendré que darme una ducha más tarde, cambiarme e irme a la universidad... —Diego casualmente dijo eso y a mí me tembló el cuerpo—. ¡Tengo muchas ganas de verte!
ESTÁS LEYENDO
A la Máxima (completa)
Teen Fiction«Salir con un hombre como él está mal. Máxima lo sabe, su lógica se lo dice, su mejor amiga se lo recuerda. Aun así, decide hacerlo». El semestre comienza y Máxima se entera de que hubo un error en el sistema de las inscripciones de la universidad y...
