Me dolía el pecho y tenía un nudo en el estómago. El miedo y el llanto no me dejaban respirar.
—Cálmate, Max, todo se va a solucionar.
Entendía que me lo decía para ayudarme, pero no lograba hacerlo. Me agaché en el suelo e intenté tomar respiraciones más profundas, mientras él movía su mano en mi espalda de arriba hacia abajo.
—Tranquila, respira.
Negué con la cabeza, no podía calmarme. Diego me tomó del brazo e hizo que me levantara. Me atrajo contra su pecho y me abrazó con fuerza.
—Todo va a estar bien, me voy a asegurar de eso, pero necesito que me cuentes qué sucedió.
Tras respirar lo más profundo que pude, le conté, entre lágrimas, con dificultad, un breve resumen de todo lo que había sucedido con el decano y mi altercado con la profesora.
Diego me besó la frente y me separó de él para que lo mirara.
—Sé que es difícil, pero necesito que te calmes. —Me secó las lágrimas con los pulgares y me pasó la mano por el cabello para ayudarme a recomponerme—. Vamos a la oficina del decano, tenemos que hacer la denuncia sobre lo que sucedió. ¿Puedes hacerlo? —Me limpié la nariz con su pañuelo y asentí como pude—. Vamos, no te preocupes, esto se va a solucionar.
Colocó su mano en mi espalda y me condujo por el pasillo.
—No me toques así, nos van a ver.
Cerca del baño no había nadie, solo nos había visto la profesora Karina, pero conforme caminábamos hacia el área administrativa, podía vernos algún empleado.
—Igual se lo figuran —dijo mientras caminaba a mi lado.
Al llegar a la oficina del decano, me hizo tomar asiento y habló con la secretaria para que le anunciara. La ansiedad me trastornaba, me costaba mantenerme en calma porque solo quería encerrarme a llorar.
—Ven —me llamó para hacerme entrar a la oficina dos minutos después—. Buenas tardes, ingeniero —saludó muy educado al decano y le estrechó la mano—. Aquí la señorita Mercier quiere colocar una denuncia de maltrato dentro de la universidad.
El decano me miró fastidiado, pero expectante.
—La profesora Karina entró al baño de damas. —Tomé una bocanada de aire—. Después de discutir conmigo me abofeteó y me insultó.
El decano se mostró sorprendido y se quedó en silencio. Luego me miró, confundido, como si no creyese lo que le afirmaba. Tomó el teléfono y llamó a su secretaria a la que le pidió que contactara al abogado de la universidad.
—Espero tome cartas en el asunto —dijo Diego con el ceño fruncido al comprender que el decano no diría nada al respecto.
—Lo haré, pero no soy el encargado de tomar ese tipo de denuncias y de hecho la señorita ya no es alumna del plantel.
Lo miré atónita.
—Sí, justo de eso le quiero hablar —dijo Diego—. Se puede saber, ¿por qué esta falta de cortesía profesional? Tal parece que se me acusa de sostener una relación con una alumna y ni siquiera se me notificó de esta reunión. ¿Por qué acusan a la señorita Mercier de algo que en todo caso nos incube a ambos, sin que esté presente?
—Primero se habla con el alumno para descartar algún tipo de acoso por parte del profesor —contestó tajante el decano—. Es probable que en este momento mi secretaria estuviese intentando comunicarse con usted.
—¿Y qué dictaminó? —preguntó Diego serio—. Porque el acoso ocurrió después de su pésimo manejo de la situación, a cargo de una docente que incluso ha golpeado a la señorita en un baño de la institución.
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A la Máxima (completa)
Novela Juvenil«Salir con un hombre como él está mal. Máxima lo sabe, su lógica se lo dice, su mejor amiga se lo recuerda. Aun así, decide hacerlo». El semestre comienza y Máxima se entera de que hubo un error en el sistema de las inscripciones de la universidad y...
