Me creí un te amo que nunca salió de sus labios. Asumí que los te quiero me los decía con abrazos. Confundí besos húmedos con adoración, roces de manos tibias con afecto y miradas penetrantes con sinceridad.
Como una droga, él había alterado la química de mi cerebro. Sus caricias me habían inundado de dopamina. Diego Roca era adictivo y su efecto me había causado una especie de euforia que había nublado mis capacidades cognitivas. No había sabido ver el daño que me hacía.
Azoté la puerta de su auto y caminé por la calle desolada. Me vi envuelta por la oscuridad latente que parecía engullir la vida y por un momento deseé que me tragara a mí. Me dejé caer en un banco de madera que había conocido mejores tiempos, miré en el horizonte las luces de algunas embarcaciones que cruzaban la aguas del lago en donde se percibía una tenue bruma y un oleaje sosegado. Aquella calma ambiental me sentó mal, porque todo en mí era tormenta.
La miríada de lágrimas rodó impregnando mis mejillas como una esclusa que se inundaba para dejar pasar un navío. Se me nubló la vista y ni siquiera me tomé la molestia de hacer algo para que las formas a mi alrededor cesarán de desdibujarse, porque la tristeza que rezumaban mis ojos no iba a parar, aquello habría sido una acción inútil. El viento sopló levantando las hojas de los árboles caídos y el frío de la noche me heló la piel. Miré el agua y comprendí que en eso me había convertido. Había pasado de estado sólido a líquido.
Respiré agitada permitiendo que el sonido de mis sollozos se difuminara con los ruidos nocturnos de la ciudad circundante al paseo lacustre. Los recuerdos se agolpaban en mi mente que aun trataba de procesar lo ocurrido. Una parte de mí se encontraba en negación, porque estaba tan enamorada de ese hombre que ilusamente le creía incapaz de hacer todo lo que sabía a la perfección que había hecho. Nadie me lo había contado, yo había escuchado las mentiras brotar de sus labios, esos mismos que dejó que besara otra mujer. No había dudas razonables y eso solo logró que un ardor cáustico se instalara en mi pecho. El dolor se hizo un hueco en mis entrañas. Me abrazó un desconsuelo abrumador.
Mi error fue creer que tendríamos una relación honesta, en donde el tiempo haría que él entendiese que yo nunca me iría, que podía confiar en mí, que podía abrirse para dejarme ver sus tristezas. Qué ilusa, qué tonta, qué imbécil. Comencé a sentir rabia conmigo misma. La ira me abrazó y se mezcló con cada uno de mis pensamientos.
Quería preguntarle por qué me había traicionado así, cuando en realidad, había sido yo la que se había traicionado a sí misma. Había sido yo la que le había permitido entrar en mi vida cuando sabía de sobra que era un mentiroso. Había sido consciente de su facilidad para engañarme y aun así, había obviado, deliberadamente, las razones que había tenido para desconfiar en él. Había creído que sentía algo por mí, o peor aún, me había inventado que me amaba.
El rencor crecía como una hiedra venenosa que lo cubría todo.
Mi miedo más grande se había hecho realidad. Me había pasado años soltera por temor a entregarle mi corazón a alguien que destrozara mis sentimientos y me dejara sin nada. ¿Cómo era posible que hubiese dejado de ser cautelosa con tanta facilidad? ¿Cómo había enterrado ese miedo en lo más profundo de mi mente y le había ofrecido mi amor sin percatarme de que no era mutuo? ¿Cómo le había permitido volver a verme la cara de estúpida?
No sé cuánto tiempo pasé ahí sentada, mirando a la nada. Me sentía tan desconcertada y estupefacta que no pude hacer más que analizar sus palabras y sus acciones a la vez que el frío me helaba los huesos. Supongo que fue lo suficiente como para que un dolor lancinante atacara mis sienes. La noche avanzó sin que consiguiera salir de la conmoción en la que me encontraba y el viento frío se dedicó a secar las lágrimas sobre la piel de mis mejillas, que volvían a humedecerse con celeridad.
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A la Máxima (completa)
Ficção Adolescente«Salir con un hombre como él está mal. Máxima lo sabe, su lógica se lo dice, su mejor amiga se lo recuerda. Aun así, decide hacerlo». El semestre comienza y Máxima se entera de que hubo un error en el sistema de las inscripciones de la universidad y...