Me pareció de lo más inoportuno que mi mejor amiga se antojara de que nos fuéramos al pueblo. Me había dormido muy contenta pensando en Diego, mientras planeaba todos los besos que anhelaba darle durante el fin de semana.
—Vamos, Max, acompáñame —insistió Natalia.
—Pero...
—En serio, necesitas distanciarte un poco de tu objeto de deseo. Estás yendo demasiado rápido, si las circunstancias con él no fueran las conocidas... Créeme que en cambio te estaría animando a que lo vieras.
Accedí, porque llevarle la contraria era una forma de admisión tácita en donde quedaría muy clara mi necesidad de verlo. Natalia tenía razón, solo llevábamos juntos poquísimos días. Eran absurdas estas súbitas ansias de estar con él.
Y aun habiendo reconocido eso, apenas mi Lechuguita rizada salió de mi habitación, revisé mi teléfono.
«Mi asistente me dice que hay un bar bastante decente en donde hay noche de micrófono abierto de stand up, ¿quieres ir? O prefieres ir a un restaurante a comer. También podríamos ir al cine».
Suspiré... Quería hacer todo eso en su compañía.
«Tus planes suenan bien, pero tendremos que posponerlo hasta el lunes, me voy a ver a mis padres».
Me fui a lavar los dientes y a desayunar. Su respuesta llegó cuando empezaba a organizar mi bolso para el viaje.
«No debí creerte anoche, debí besarte más. De aquí al lunes me da algo, ¿no te da lástima conmigo?»
Me reí como tonta.
«Eres un hombre grande, de seguro puedes aguantar un poco. Aunque si quieres ven y me das un beso de despedida». —Escribí rogando que aceptara porque también me arrepentía de no haberle dado más besos.
«Podría llegar como en una hora, estoy al otro lado de la ciudad, dime si es viable ¿o ya te vas?»
«Ven». —Tecleé con rapidez y envié el mensaje.
Corrí a darme una ducha. Tras secarme el cabello y maquillarme un poquito me pregunté qué ponerme. Quería que me viera linda.
—Voy a terminar de hacer la maleta, me doy un baño y nos vamos —anunció Nat al entrar a mi cuarto.
—Eh... tómate tu tiempo, Diego viene como en veinte minutos a despedirse de mí.
—Sí, bueno, al menos tardaré casi una hora. Pero el tema es que te estoy arrastrando al pueblo para que pongas un poquito de distancia entre tú y él ¿y resulta que viene a verte antes de que te vayas?
Se cruzó de brazos con un gesto de reproche.
—Natalia, tenemos quince años conociéndonos —Me giré hacia ella, para mirarla—, ¿alguna vez me había gustado un tipo de esta forma?
—Eso precisamente es lo que me preocupa. Me preocupa demasiado, Máxima.
—Eres tú la que siempre dice que estamos en los veinte y que la madurez la dejamos para cuando estemos en los treinta.
Pasé la mano por las distintas prendas de mi armario en busca de algo para vestirme.
—Es que no es por ti, es en él en quien no confío. —Torció la boca a medio lado—, no quiero que nadie te lastime.
—Lo sé, lo sé, pero hasta el momento todo en él me dice que le dé una segunda oportunidad.
Asintió y torció la boca de nuevo.
—Ponte el vestidito blanco con azul de breteles, el de rayitas verticales, te ves linda con ese.
Asentí y mi amiga se marchó de mi habitación.
ESTÁS LEYENDO
A la Máxima (completa)
Roman pour Adolescents«Salir con un hombre como él está mal. Máxima lo sabe, su lógica se lo dice, su mejor amiga se lo recuerda. Aun así, decide hacerlo». El semestre comienza y Máxima se entera de que hubo un error en el sistema de las inscripciones de la universidad y...
