—No me hagas sentir como una niñita tonta, por favor.
—No te veo como una niñita tonta. —Volvió a tomarme por las mejillas para que lo mirara—. La inexperiencia no te hace tonta. Además, a mí me gustas tal cual eres.
Me acerqué y lo besé despacito.
—Yo quería besarte tanto, pero tanto, que me cuesta un poco asimilar que puedo hacerlo ahora —le dije sin apartarme de su boca—, me cuesta asimilar que eres mi Leo.
—Lo soy. —Colocó sus manos a los lados, sobre el borde del asiento, como si quisiera explicarme de esa manera que no iba a tocarme—. Soy yo.
—No hagas eso, tampoco quiero que dejes de tocarme. —Lo tomé de las muñecas y sitúe sus manos en mi cintura—. Solo tienes que tener paciencia conmigo.
—Y tú conmigo —respondió y me acarició el cabello con dulzura.
Me acerqué más a él y volví a sentirlo duro contra mi entrepierna. Seguía igual.
—¿No se supone que esto debería bajar?
Se rio.
—Esto tiene nombre y no, no se baja así por así.
—No te rías, tonto —Le clavé el dedo índice en el hombro y lo empujé—. Lo sé...
—Que dedito tan violento tienes. Solo te estaba explicando. De hecho, necesito que se me baje para que podamos ir a comer.
Pero a mí, ya se me había pasado el antojo de kibbeh con hummus, en ese momento me provocaba su boca y besarlo mucho. Así que coloqué los codos sobre sus hombros y deslicé los dedos de ambas manos por su cabello castaño, para sostenerlo con firmeza contra el respaldo del asiento.
—Qué dócil eres —murmuré muy cerca de su boca y él se rio bajito, mientras comenzaba a besarlo.
Le mordisqué con insistencia de nuevo el labio inferior, entretanto él me abrazaba. Estaba durísimo haciendo presión contra mi sexo y no se me antojó apartarme. Me sentía húmeda, caliente y con ganas de comérmelo a besos. Diego abría mucho la boca, se entregaba voluntario a que mi lengua le recorriera sin parar con profundas ondulaciones.
—¿Comes Tic tac de naranja para enviciarme?
—Dime si funciona para seguir haciéndolo.
Solté una risa mientras su mano ascendía por mi espalda y mis pechos se adherían a sus pectorales sin recato.
—Eres un desvergonzado —dije antes de besarlo otra vez.
Mi boca se deslizó por su mandíbula barbada, la sensación rasposa contra los labios era nueva para mí. Le besé el cuello con ahínco y él volvió a estremecerse. Me apretó más contra su cuerpo y comprendí que me gustaba tenerlo así, duro entre las piernas, jadeando con cada ondulación de mi lengua en su boca.
—¿Te gusta cómo te beso? —pregunté solo porque quería escucharlo decir que sí.
—Siéntelo, Máxima, siente como me pones —dijo moviendo la pelvis hacia arriba, para rozarse contra mí y eso me hizo gemir en respuesta.
—Eso no contesta mi pregunta —expresé junto a su oreja, antes de morderle el lóbulo.
—Me fascina.
Enterré mis dedos en su cabello suave y lo despeiné tirando de a poco de este, a la vez que lo besaba. Me quejé del cuello de su camisa y él, con una tranquilidad tremenda, se desabotonó un par de botones para darme espacio.
Le pasé la lengua sobre la nuez de Adam y noté como tragaba con dificultad, cómo respiraba sin resuello de manera ruidosa. Le lamí todo el cuello con la punta de la lengua hasta que alcancé su barbilla que me dediqué a mordisquear y luego, volví a sus labios. Necesitaba su boca una vez más.
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A la Máxima (completa)
Fiksi Remaja«Salir con un hombre como él está mal. Máxima lo sabe, su lógica se lo dice, su mejor amiga se lo recuerda. Aun así, decide hacerlo». El semestre comienza y Máxima se entera de que hubo un error en el sistema de las inscripciones de la universidad y...
