La satisfacción, el arrobo post orgásmico reinaba imperante entre nosotros. Diego había acomodado la cabeza sobre mi hombro y mis dedos se deslizaban por su cabello con dulzura, pues quería transmitirle algo de todas esas sensaciones que se agolpaban en mi interior sin poder identificarlas. Poco a poco crecía algo, brotaba un cariño sublime que solo podía tenerlo a él como receptor.
Lo miré y le besé la frente, mientras disfrutaba de como nuestras piernas se entretejían y él me acariciaba el pie que tenía desnudo con el suyo.
—Solo tengo un calcetín puesto —solté una risita.
Me moví e intenté alcanzar mi camiseta, para vestirme.
—Quédate así, me gusta verte.
—No. —Estiré la tela de la camiseta sobre mi torso para cubrirme—. Tú estás muy vestido, es injusto.
—Sí quieres me quito la ropa —bromeó.
—Ok. —Me encogí de hombros.
—Lo que quieres es verme desnudo y aprovechar para manosearme —dijo fingiendo una expresión lúbrica.
Solté una risa.
—Por supuesto, porque eso te molestaría un montón si sucediese.
—No dije que me fuese a molestar —Se rio también—. Solo quiero dejar en claro tus deseos de manosearme.
—Mmm ¿y qué estás esperando entonces? —pregunté divertida.
Diego se rio de forma espontánea y procedió a bajarse los pantalones en compañía de sus calzoncillos que arrojó al final de su largo y ancho sofá. Luego se giró a mirarme e hizo una mueca, para fingirse presumido que me hizo reír.
—Felicidades, eres el primer tipo que veo desnudo.
—Mentirosa —dijo bufando—, te la pasas viendo series homoeróticas con Natalia.
Me reí como tonta.
—Bueno, me refiero así... En vivo y en directo.
—¿Y qué opinas de la anatomía masculina hasta ahora? —Acomodó un brazo detrás de su cabeza como almohada—. Tengo que advertirte que no todos los hombres se ven así como yo que parezco salido de un anuncio de gimnasio. —Sacó el abdomen para que luciera como que tenía varios kilos de más de panza—. Soy el modelo del antes. —Reímos al unísono—. Y mira, no quiero darte falsas expectativas en la vida, tampoco tienen penes tan majestuosos como el mío.
—¿Majestuoso? —comenté sarcástica y solté otra risa.
—¿No es majestuoso? —Alzó un poco la cabeza, para estudiarse a sí mismo—. Mira que porte, parece un... —Se miró pensativo, así que también lo hice.
—¿Twinkie aporreado? —respondí y él se rio.
Era como si no pudiese evitar reír. Había olvidado que cuando se relajaba era bastante gracioso. Eso siempre había sido lo que más me gustaba de nuestras viejas conversaciones telefónicas, que después de que se le pasaba el estrés del día hablábamos mucho y reíamos un montón porque habíamos desarrollado nuestro propio humor.
—No sé, es el primero que veo o toco, después de que mire otros te aviso sobre su majestuosidad.
—No quiero que mires otros penes. —Fingió seriedad—. A mi pene le gusta la monogamia y se ofende fácilmente —susurró, mientras se tapaba la boca con la mano, como si su miembro pudiese oírlo o leerle los labios en verdad.
—Awww, pobrecito, es de lo más delicado —bromeé a la vez que mi mano se deslizaba por su abdomen hasta su miembro que acaricié con la punta del dedo—. Sabes —Giré el rostro para mirarlo—, a mí los penes siempre me dieron cierto... Asquito. Pero el tuyo no. Incluso ahora que parece una cosita arrugada.
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A la Máxima (completa)
Teen Fiction«Salir con un hombre como él está mal. Máxima lo sabe, su lógica se lo dice, su mejor amiga se lo recuerda. Aun así, decide hacerlo». El semestre comienza y Máxima se entera de que hubo un error en el sistema de las inscripciones de la universidad y...
