Perdí la cuenta de los shot de gelatina con vodka que había ingerido, estaba un poco achispada y agradecí ver clases por la tarde o de lo contrario, me habría costado un montón levantarme temprano al día siguiente. Nat, Clau y Fer no correrían con la misma suerte. Aun así, no parecían importarles, porque seguían turnándose para pegarle a mi piñata de pandicornio. Cuando al fin cayó el contenido de esta al suelo me arrodillé a intentar tomar lo más que pudiese, pero todo se volvió caótico. Estaba rellena con condones, algunas monedas sueltas, confites, chocolates, muchos caramelos y un vale para un porro de marihuana que Ramiro había dicho que obsequiaría.
En la casa solo se encontraban algunos amigos, no me gustaban las fiestas demasiado grandes, pero aunque éramos un grupo pequeño, la pasábamos muy bien. La única excepción la había hecho por Brenda que me había pedido el favor de que invitara a Miguel, así que para que no fuese raro, también había invitado a Juan, que había ido con su novia, Verónica, que rato antes había organizado una competencia de perreo hasta el suelo. Era obvio que todo era una estrategia para que mi amiga pudiese congraciarse con el chico, así que le había ofrecido la excusa perfecta. Ricardo y Alfonso estaban con sus novias también, así que los estudiantes de ingeniería éramos mayoría.
María Clara se la llevó inmediatamente bien con Nat y Clau y el resto de mis amigos, pues era muy divertida.
Fer, por su parte, se quejó de que era una fiesta demasiado heterosexual, pues el chico que había invitado se le había presentado algo, así que solo por molestar, tomó una carta para jugar póker, la succionó con fuerza y se le pasó a Clau.
—Luego, cuando Ramiro me la pase a mí, si los astros están de mi parte, se le va a resbalar y me va a comer la boca —me dijo disimuladamente y yo me eché a reír.
Le di un jalón al porro que me ofrecía María Clara con motivo de mi cumpleaños. Quería que me hiciera efecto para luego cortar el pastel. Se lo entregué de regreso justo en el momento en que alguien me tocaba el hombro. Me giré y encontré a Ramiro con la carta en la boca para pasármela. Me puse en posición, no sería difícil, él era más alto que yo, solo tenía que dejarla caer sobre mi boca. No obstante, estaba un poco aturdida por la marihuana y no me percaté de que él la había quitado para darme un beso.
Sus labios voluptuosos entraron en contacto con los míos, al tiempo que me abrazaba contra su pecho. Escuché los gritos de mis amigos que vitoreaban la hazaña, entretanto Ramiro me besaba con profusa dulzura.
Cuando me dejó ir, solté una risa sin saber muy bien por qué.
—Eres un abusador. —Le solté un manotazo en el brazo.
—¿Qué? Solo te estaba entregando tu regalo de cumpleaños.
—Ah, ¿tus besos son un regalo? —comenté con cierto sarcasmo.
—Claro, ¿o no estuvo rico?
Me sonrió y yo rodé los ojos entre risitas. Su coqueteo rayaba entre lo adorable y lo fastidioso. Estaba ahí, separado por una brevísima línea que más le valía no transgredir o se volvería insoportable.
Me alejé de él y me acerqué a Fer que se reía con cara de decepción.
—Me dañaste mi plan malévolo. —Me reí—. Si no te lo quieres comer tú, en serio me lo como yo —me susurró al oído.
—El tema es que él quiera que te lo comas.
—No sé, Nat dirá que es hetero, pero a mí me da que no... Conmigo podría salir de dudas, tal vez es bi. —Fer se mordió el índice, gesto que me hizo reír.
Hacia el final de la noche, María Clara me rogó para que la ayudara con el catálogo que estaba planeando. Supuse que en mi estado etílico pronunciado acepté alegremente. No obstante, cinco días después, el sábado por la mañana, me lo replanteaba todo. No quería salir por nada de la cama.
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A la Máxima (completa)
Fiksi Remaja«Salir con un hombre como él está mal. Máxima lo sabe, su lógica se lo dice, su mejor amiga se lo recuerda. Aun así, decide hacerlo». El semestre comienza y Máxima se entera de que hubo un error en el sistema de las inscripciones de la universidad y...
