CAPÍTULO 1

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EL TRAGO

Indra Dorenty

Hoy por fin es el día en que oficialmente me convierto en Abogada penalista, recibir ese título hace que todo mi esfuerzo haya valido la pena, cada maldita noche estudiando y días estresados han llegado al final de esta carrera, ahora ya tendré la dicha de dedicarme a lo que me apasiona, ser penalista es uno de mis sueños, no por nada dure tantos años estudiando, presenciar este honorado momento es algo que no tiene precio, me encanta estar en medio de tanta adrenalina, eso es algo que me hace sentir viva, defender lo bueno y lo malo es un poder, el poder de decidir, el poder de saber, y el poder de castigar.

— Buenos días, cariño — le doy un pequeño beso en la mejilla al maravilloso hombre que está a mi lado.

— Buenos días, linda — me estrecha entre sus cálidos brazos, haciéndome saber lo amada que soy.

— ¿Lista para este gran día? — toma mi rostro en sus manos, detallando cada parte de este, fascinado con mi simetría.

— Por supuesto que sí, ¿Y tú lo estás? — su rostro ofendido lo dice todo, está más que claro que ambos nos sentimos orgullosos de acabar algo que nos costó mucho conseguir.

— Claro, linda — me regala una de sus perfectas sonrisas — por cierto, mañana tenemos que ir a la cena de aniversario de la empresa de mis padres — olvidaba que esa cena se llevaría a cabo.

— Lo sé, cariño — miento — de hecho, mis padres también irán, tu madre los invito, ya sabes que esos cuatro no hacen nada si no están juntos.

— Admito que jamás pensé que se llevarían tan bien, pero ya llevamos cuatro años saliendo, no era de esperar que unieran lazos — y esos han sido los mejores cuatro años de mi vida actual.

— Me encanta que se lleven tan bien — enreda sus brazos en mi cintura, acercándome más hacia él.

— A mi igual, linda — deja un casto beso en mis labios.

Me separo de él levantándome de la cama, aunque su vaga protesta de que no me fuera me animo a seguir junto a sus brazos, decidí que era momento de una ducha, el agua caliente hace contacto con mi cuerpo, relajando los músculos que se tensaron al imaginar el agotador día que nos espera. Tomo la bata de ducha que reposaba en el perchero, observando mi reflejo en el espejo, agradezco la genética de mi padre, su glasear fue la mejor herencia que pudo darme, mis ojos son uno de los tantos atractivos que destacan mi belleza poco común. Abandono el baño avanzando hacia mi cómoda, en donde Leo aún seguía acostado.

— ¿No piensas levantarte? — me retiro la bata, colocándome un camisón de seda negro, no opto por ropa interior, no la veo necesaria en estos momentos.

— Sí, solo que amo esta vista — sus ojos me escanean con un brillo en ellos, a veces me cuesta creer que un hombre como el haya tenido la dicha de tenerme.

— ¿Así? — se levanta de la cama acercándose hacia mí de una manera demasiado coqueta, algo inusual en él.

— Si — me toma de la nuca y sella nuestros labios en un beso tierno, pero sin abandonar el deseo de hacerlo.

— Deberías de ir a bañarte, luego se te hará tarde — le dejo un casto beso en la mejilla y salgo de la habitación para hacerme el desayuno.

No suelo desayunar nada pesado, lo importante para mí es mantener mi estupenda figura tal cual esta, mis curvas es algo que predominan en mí y ni hablar de mi pequeño abdomen, me amo a mí misma, aunque no estoy en contra de tener unos kilos de más prefiero mantenerme tal cual estoy, soy una mujer que no solo destaca por su belleza, si no, que mi gran porte elegante hace resaltar lo intocable que soy, siempre he sido fiel creyente que te juzgan como te ven y para el disgusto de los demás, a mí jamás podrán juzgarme por lo mal que me vea, al contrario, todos quedan cautivados en mi presencia y otros ardidos por mi belleza.

ᴛᴏᴅᴀ ᴍÍᴀ ʏ ᴛᴏᴅᴏ ᴛᴜʏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora