CAPÍTULO 24

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LA HERIDA DEL DOLOR

Indra Dorenty

Sus manos recorriendo mi cuerpo, sus labios besando cada parte de mí, el toque de su aliento en mi intimidad, la adrenalina tomando inicio del calentamiento corporal, la satisfacción de sus succiones en mi cuello, el apretón de mis muslos y las arremetidas posesivas. Abro los ojos y Masón está embistiéndome.

— ¿Qué haces?... — jadeo, no sé en qué momento de la mañana empezó a follarme.

— Follándote — toma mis labios, mis manos se ciñen en su melena, y suelto un gemido por la brusca arremetida que me da.

— Dios... — aumenta la velocidad de las embestidas.

— Ahora podré hacerte esto cada mañana — chupa y mordisquea mis pezones.

— Masón... — cella mi boca con la suya, el beso pasa de tierno a intenso llevándonos a ambos al derrame.

— Buenos días, preciosa — se acuesta a mi lado, nos repasó a ambos, y claramente estoy completamente desnuda, pero no me causa incomodidad.

— Buenos días, precioso — rueda los ojos, se acomoda de lado para observarme, mientras yo hago lo mismo, quedando frente a frente.

— Me gusta tenerte aquí en casa — acaricia mi mejilla, cuando quiere es dulce el idiota.

— Ya veo que si — sonríe, me encanta verlo así, tan tranquilo y relajado.

— ¿Quieres que mande a alguien por tus cosas? — niego.

— Iré yo, necesito decirle a mi Nanis, Santiago y los demás pueden ayudarme a traer mis cosas.

— Mandaré a que limpien la habitación que ocupará tu Nanis, ¿quieres que sea cerca de esta?, aunque no creo que le guste escucharte gritar — le doy un golpe en el hombro, me levanto un poco para recargarme en la cabecera de la cama cubriéndome con la sábana.

— Eres un idiota, sí, ya sé que follas de maravilla, no es necesario que lo recalques — le saco una sonrisa orgullosa.

— Hasta que lo admites — me toma del brazo subiéndome a horcajadas sobre él.

— No puedo con otro round, quien sabe cuentas veces me follaste mientras dormía — abraza mi cintura pegándome más a él.

— Fueron varias veces, y en cada una, gemiste y te liberaste sobre mí — su manera de decir las cosas a veces me intimida.

— Se que tengo el sueño profundo — retira mi cabello hacia atrás, dejando mis pechos a la vista, se inclina a tomar uno — debemos ir al bufete — detengo lo que estaba haciendo.

— Creo que es momento de que lo dejemos, no hace falta estar en él, bueno, más bien yo no tengo nada que hacer ahí, porque no soy abogado, pero tú si — vuelve a tomar uno de mis pechos, chupándolo.

— ¿Entonces porque seguías en él? — vuelve a dejar su tarea de satisfacerme y fija su vista con la mía.

— Por ti, entré a ese bufete para deshacerme de Dayer, Nor y Dalton, dos ya están muertos y pues Dalton está libre, así que ahora puedo encargarme de él desde mi puesto como BosVer — ahora todo tiene sentido.

— Pero si yo sigo trabajando, ¿no te quedarás? — acaricia mi espalda.

— Si puedo, pero si tú sigues trabajando, podrías salir perjudicada si se descubre ante los medios quien soy — me gusta que se preocupe por mí.

— Pero aun así saldría perjudicada, en algún momento descubrirán que estamos juntos... — coloca su dedo en mis labios, silenciándome.

— ¿Estamos juntos? — pregunta con esos ojos verdes brillantes.

ᴛᴏᴅᴀ ᴍÍᴀ ʏ ᴛᴏᴅᴏ ᴛᴜʏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora