¿INICIÓ DEL FIN?
Masón Greco
Dos semanas después
Acaricio la espalda desnuda que reposa junto a mí, su clara y lisa piel son un caliente recordatorio del porqué me encanta tenerla a mi lado, jugar al juego del jefe y empleada nos ha costado muchos muebles que reparar, debo admitir que los días en el bufete han sido magníficos, las exquisitas montadas que la idiota me otorga se vuelven una adicción demasiado insana, sus besos morbosos que decoran mi cuello cuando necesita que mis dedos la complazcan me hacen estremecer por lo sucio de la situación.
Dejo un sendero de besos por su carne, detallando las cicatrices que la vida le ha dejado y las cuales detesto que adornen su cuerpo, pero son un símbolo de lo fuerte que ha sido, de todo lo que ha pasado y ha vencido, las yemas de mis dedos sienten la erizada piel, mis ojos se enfocan en el tatuaje que adorna su nuca, las cuatro ″i″ mayúsculas plasmadas en negro intenso se ceñían a ella como si fueran una misma, jamás he averiguado su significado, pero le lucen de una manera jodidamente sexy.
— Buenos días, Mi BosVer — murmura aún dormida, y esbozo una sonrisa ante sus palabras, sigue boca abajo y no dejo de besar su cuerpo.
— Buenos días, Reina Negra — se remueve por mis lamidas, posicionándose boca arriba, regalándome la vista de sus pechos.
— Me encantaría iniciar con el cardio mañanero, pero debemos acudir al juzgado — eso de querer relajarse y tomar el papel de abogada me ha hecho trabajar de una manera que nunca imagine, aunque me agrada ayudarla y pasar tiempo con ella, eso no es lo mío.
— ¿Cuándo dejarás de trabajar en eso? — se levanta recargándose en la cabecera de la cama y toma mis manos uniéndolas con las de ella.
— Cuando decida que ya tuve suficiente — sus dedos dibujan un camino invisible sobre mi brazo y no dejo de detallar a la mujer exótica que tengo delante de mí.
El sonido del toque de la puerta nos hace desprendernos del furtivo intercambio de miradas, me coloco de pie avanzando hacia la puerta, abro y la figura de Tamara reposaba delante de mí.
— Buenos días, BosVer, la Sra. Celeste necesita hablar con la Srta. Indra — no contesto, simplemente asiento y cierro la puerta regresando al lugar donde permeancia hace unos momentos.
— Nanis quiere hablar contigo — sus sorpresivos diamantes me observan — ¿Qué sucede? — parece que mis palabras la dejaron algo impactada.
— ¿Nanis?, ¿desde cuándo la llamas así? — la verdad no lo sé, pero no es un término el cual me moleste utilizar hacia aquella mujer cuya no genética, pero si crianza la vuelve la madre de la idiota.
— Desde que se volvió una persona íntima en mi vida — su mirada valdría miles de dólares, ya que jamás podrían captar esos ojos con desconcierto o dudes.
— Me asusta que un día amanezca junto a un algodón de azúcar, la amabilidad y apego familiar no es algo común en ti — sonrío por sus coherentes palabras, pero que puedo decir, el tenerla junto a mí ha influido en la manera de querer tratar a ciertas personas las cuales merecen mi respeto y gratitud.
— Acostúmbrate a que muestre un poco de sensibilidad — rueda los ojos — ahora ve con ella mientras me ducho sin tu presencia — me coloco de pie alejándome de aquel exquisito platillo erótico.
— ¡Oye, idiota! — habla molesta, ganando que mi verde se vuelva hacia ella — te hace falta algo — frunzo el ceño intentando entenderla.
— Ah, claro — avanzo hacia su lado — olvidaba mi móvil — tomo el aparato y la loca me da un empujón aún más, molesta — ¿Qué te sucede? — sus dimanantes me fulminan oscuramente.

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ᴛᴏᴅᴀ ᴍÍᴀ ʏ ᴛᴏᴅᴏ ᴛᴜʏᴏ
DiversosIndra Dorenty es una abogada penalista, que gracias a un caso su vida tendrá un cambio, pero no uno desconocido para ella, si no que ese cambio la llevará a viejos tiempos. Su jefe, que al parecer es un Mafioso, será la razón por la que ella deba ca...