CAPÍTULO 26

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DULCE VENGANZA

Indra Dorenty

Después de esa motivadora llamada, solo nos quedaba esperar a que Leo, tuviera las agallas de entregarse, mi querida ex suegra, no dejaba de llorar, supongo que no soporta el dolor de aquel inofensivo disparo que le di.

Hice una llamada a mi hermano, para saber qué complicaciones había mostrado mi Nanis, pero gracias a lo que sea que la cuida, no fue nada grave, los médicos lograron estabilizarla, y en estos momentos se encuentra en una habitación, aún debe permanecer en aquel lugar, dado que perdió mucha sangre, y quieren inspeccionar con cuidado el transcurso de sanación de la herida.

Damián y Rebecca, están con ella, protegidos con algunos miembros de la Vera, me reconforta que ellos le hagan compañía, ya que en estos momentos yo no puedo, y el hecho de no poder, me da un dolor en el pecho, pero alguien debe hacerse cargo de lo que le hicieron, si dejo que esto quede impune, se tomaran la ventaja de querer volver a lastimarme, y eso, no lo puedo permitir.

— ¿Cómo te sientes? — Masón se acerca a mí, tomando asiento a mi lado.

— Bien, solo quiero que esto termine, y poder irnos a casa — digo cansada, la palma de su mano, acaricia mi mejilla, otorgándome un poco de su calor.

— Pronto nos iremos a casa, preciosa — su verde escarlata, me detalla con suavidad — ven aquí, mi amor — palmea sus piernas, para que me siente sobre ellas.

Me coloco de pie, acatando lo que me dijo, sentándome sobre él, una de sus manos, se aferra a mi cintura, y deja la otra sobre mis muslos, nuestras miradas se encuentran, dejándonos ver ese punto exacto de cariño, que ambos hemos desatado, no hacen falta palabras, para darme cuenta, que este perfecto hombre, siente lo mismo que siento por él.

— ¿Te gusta lo que vez? — su pregunta coqueta, me hace volver al mundo real.

— Depende — rueda los ojos, esos ojos que me obsesionan de una manera insana.

— ¿De qué? — su mano toma con dominación mi cintura, pegándome más contra él.

— De sí solo me pertenecen a mí — tomo su mentón, para que no pueda esquivar mi mirada posesiva.

— Me encanta que protejas lo que te pertenece — su ronco tono de voz sensual, me hace sonreír de satisfacción.

— ¿Eso quiere decir que sí? — sonríe, mientras que, con sus brazos, me cambia de posición, dejándome a horcajadas sobre él.

— Sí, mi amor, solo te pertenecen a ti — estampa sus labios contra los míos, reclamándolos como suyos, no pongo objeción, le doy vía libre a mi boca, dejando que tome lo que quiere.

— Me gusta esto — acaricio la creciente barba que tiene — creo que te luce sexy.

— A mí todo me luce sexy, preciosa — ruedo los ojos, a veces olvido lo egocéntrico que puede llegar a ser — pero si te gusta, la dejaré — me guiña un ojo, es un idiota.

— Me parece perfecto — vuelvo a besar esos labios que me llenan de energía, lleva sus manos hacia mi espalda, acariciándola con delicadeza.

— Indra — la voz de Max, hace que detenga mi entretenida actividad con el idiota.

— Dime — me coloco de pie, ganándome un gruñido de desaprobación por parte de Masón.

— La Sra. Dilara, quiere hablar con usted, dice que es importante — ni porque se está desangrando, deja de joder la insoportable.

— Dile que no me interesa saber lo que tenga que decirme — asiente y vuelve al sótano del bar.

— ¿Crees que tarde mucho en llegar el imbécil de Leo? — pregunta Masón, colocándose de pie.

ᴛᴏᴅᴀ ᴍÍᴀ ʏ ᴛᴏᴅᴏ ᴛᴜʏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora