EL NUEVO BOOS DE LA VERA
Indra Dorenty
La maldita alarma que interrumpe mi sueño resuena por toda la habitación, maldigo el momento en que tuvo que ser urgente el caso de Dalton Milard, necesito más horas de sueño, mi mente no funciona con poca actividad. Salgo de la cama y me ducho, aunque ayer lo hice, me gusta volver a ducharme las veces que sean necesarias.
Seco mi cabello con la secadora, dándole a mi cabello rubio unas hondas naturales, me coloco un conjunto negro elegante, una camisa a juego bajo él, y mis zapatillas favoritas, las Saint Laurent, opto por un maquillaje ligero, pero con unos labios rojos, remarcando la carne que es el atractivo favorito de muchos, me coloco las gafas, tomo mi bolso y salgo de mi departamento.
Subo a mi auto y me dirijo hacia la puta oficina, amo mi lugar de trabajo, pero no lo amo los domingos, ¿quién mierda trabaja un domingo por placer?, supongo que las personas necesitadas de dinero, pero maravillosamente no es mi caso.
La oficina queda a 40 minutos de mi apartamento, en el transcurso pace por un café, necesito cafeína para soportar este día y para soportar al imbécil de jefe que veré. El enorme edificio se hace presente, estaciono mi auto en el aparcado que lleva mi nombre, por supuesto que pago mi estacionamiento, no estaré como idiota buscando uno o dejando mi bello auto tan lejos. Salgo de mi vehículo y me encamino a entrar, la oficina se ve un poco desierta, hay gente, pero no bastante.
— Buenos días, señorita Indra — me saluda la recepcionista.
— Buenos días, ¿Ya llegó el jefe? — le pregunto con amabilidad, aunque por dentro lo hago con enfado.
— Si, señorita, la está esperando en su despacho, necesita verla urgente — es un dolor de cabeza.
— Gracias — y como la elegante mujer que soy avanzó con el porte que me caracteriza hacia el ascensor.
Tomo el elevador y presiono el botón que me lleva al piso 20, en el cual están por desgracia nuestros despachos, las puertas se abren, permitiéndome ver el pasillo que deja a la vista el lugar de trabajo del Sr. Masón Greco, con destreza camino deseando que este día acabe lo antes posible. Toco la puerta.
— ¡Adelante! — tomo la manija girándola, abro y ahí estaba el encantador y educado jefe, su cuerpo yacía sentado de espaladas, observado la que era una hermosa mañana, antes de tener que verlo.
— Buenos días, Sr. Masón Greco — gira su silla lentamente, su filosa mirada recae en mí escaneándome con audacia.
— Buenos días, Srta. Indra Dorenty — ahora resulta que tiene modales, reprimo un suspiro de molestia, he intento poner mi mejor cara.
— ¿Cómo procederemos con el caso de Dalton Milard? — pregunto al instante, no me interesa perder mi tiempo, camino hacia una de las sillas que se encuentra frente a su escritorio.
— Dígame que es lo que sabe del caso, supongo que ya debe de conocer el expediente — me siento y enderezo mi espalda para comenzar a hablar.
— Dalton Milard es uno de los mafiosos más buscados y temidos, fue capturado hace poco por el Ejército de Londres, acusado de múltiples asesinatos, tanto como a políticos y mafiosos, se le encontró armamento militar bajo su dominio — pasa sus dedos bajo su barbilla observándome fijamente — localizaron su laboratorio en donde maneja sustancias tóxicas para la salud de la población, también es acusado de secuestros, y por crear revoluciones en contra de otros líderes de mafia, es reconocido por formar contiendas entre políticos — el que sus ojos no dejen de verme me causa escalofríos — necesita que bajemos su condena o lo exoneremos de todo cargo, cosa que no podría ser posible ya qué hay bastantes pruebas para aumentar su pena en vez de liberarlo, quiere que su caso lo lleve yo, no sé cuál sea el motivo, pero quiere que todo sea legal.
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ᴛᴏᴅᴀ ᴍÍᴀ ʏ ᴛᴏᴅᴏ ᴛᴜʏᴏ
De TodoIndra Dorenty es una abogada penalista, que gracias a un caso su vida tendrá un cambio, pero no uno desconocido para ella, si no que ese cambio la llevará a viejos tiempos. Su jefe, que al parecer es un Mafioso, será la razón por la que ella deba ca...