CAPÍTULO 9

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LO LEGAL DE LO ILEGAL

Indra Dorenty

Tuve que cambiar la maldita cita para reunirme con Raquel Mendoza, ya que al idiota de Masón le pareció una gran idea no consultarme y cambiar mi reunión con Dalton Milard para el día de hoy, no me molesta verlo, al contrario, tengo muchas ganas de estar frente a frente con él, observar si es tan intimidante, malo, detestable, como todos dicen, la reunión con él será a las 10:00 am por lo que me impedía juntarme con Raquel.

Llego al bufete y saludo a todo aquel que se me atraviese, vengo de buen humor, he esperado mucho por esto. Las puertas del ascensor se abren e induzco camino hacia el piso donde yace mi despacho, esta vez no hay nadie a mi alrededor, a veces detesto que alguna persona suba o baje cuando yo estoy dentro, siento que me roban espacio. Abandono el pequeño sitio y avanzó hacia mi lugar de trabajo, me tomo la molestia de saludar a Lucia.

— Buenos días, Lucia — paso por su lado, hoy luce más radiante que de costumbre.

— Buenos días, Srta. Dorenty — asiento y me adentro a mi despacho.

Tomo asiento en mi lugar dejando a un lado mis cosas, abro el computador y reviso los últimos datos que necesito saber para verme con Dalton Milard, recojo los documentos que me llevaré y los coloco en mi maletín. Si fuera una persona común en estos momentos debería estar nerviosa o algo por el estilo, pero no es así. La puerta de mi despacho suena.

— Adelante — la fuerte madera que separa a las personas de mi sito se abre dándole paso al ser más odiosamente bueno.

— No llamaste — habla mientras avanza y hala de la silla tomando asiento frente a mi escritorio.

— Te dije que no lo haría — me enderezo y su puta mirada obsesiva llega en menos de nada.

— Te subestimé — sonríe coqueto y como una estúpida detallo cada parte de su simétrico rostro.

— Siempre lo hacen — sus ojos me devoran con un hambre infernal.

— ¿Qué harás hoy? — su pregunta me hace fruncir el ceño.

— Eres mi jefe, ¿y se te olvida que fue lo que me encomendaste? — cruzó mis brazos sobre mi pecho, mostrándolos más, juro que no era mi intención, fue un simple impulso que atrajo más su mirada.

— No hagas eso — vuelve a verlos con descaro, provocando una excitación en mí.

— ¿Hacer qué? — me hago la desentendida.

— Eso — me señala los pechos con los ojos — Joder Indra — levanta su vista hacia mí.

— Deja de verme — bajo mis brazos, sonriendo internamente por obtener lo que deseaba.

— Tú lo haces imposible — se relame los labios e instintivamente hago lo mismo imaginando que lamo los suyos.

— ¿Acaso te obligué a verme? — pregunto en mi papel de mujer molesta.

— No — acota frío y que no desista del furtivo intercambio de miradas me confirma que le encanta jugar mi juego

— ¿Entonces?, ¿Por qué me miras? — poso mis brazos en el escritorio.

— Es imposible no obviar lo lindos que están, y lo lindos que se verían en...

— ¡Basta! — lo detengo y suelta una sonrisa sensual con esa perfecta y ronca voz.

— ¿Cuándo me dejarás volver a estar dentro de ti, preciosa? — este no conoce la vergüenza.

— NUNCA, ya te lo dije — se levanta de la silla.

ᴛᴏᴅᴀ ᴍÍᴀ ʏ ᴛᴏᴅᴏ ᴛᴜʏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora