EXTRA

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NAVIDAD CON LOS GRECO

Masón Greco

— Buenos días, mi pequeña demonio — el giro rápido de mi hija me hace inclinarme para atraparla mientras corre hacia mí.

— ¡Hola, papi! — su dulce voz es un sonido tan mágico que podría pasar mil días y mil vidas escuchándola.

Cargo entre mis brazos a una diminuta presencia que se ha convertido en un martirio de hija, al igual que un recordatorio de mis pecados. Amo a mi hija, pero detesto que tenga un carácter de mierda con tan solo cuatro años, es un tanto estresante lidiar con una pequeña caprichosa.

— Mami dice que si me porto bien tú me llevarás a comprar lo que quiera — su madre es la segunda culpable de que esta niña tenga un temperamento incontrolable.

— Tu mami dice muchas cosas sin sentido, cariño — repaso el recibidor de nuestra casa para capturar la imagen de esa maldita preciosa.

— A mami no le gustará saber lo que acabas de decir — la melena oscura de Aradia cubre un poco su rostro y lo retiro contemplando el color de unos ojos demasiado peligrosos.

— ¿Dónde está tu mami, cariño? — parece que invoque al mismísimo diablo, porque la perfecta figura de mi esposa entra en nuestro panorama.

— ¿Me buscas? — Aradia forcejea para que la deje en el piso, lo cual hago y sale corriendo hacia su madre.

— Sí, nuestra hija me acaba de decir que le tengo que comprar algo a cambio de una buena conducta — la manipuladora de nuestra hija ve a la madre con ese brillo de mentira.

— Yo jamás dije eso — Indra escanea el rostro, el cual es su diminuta versión — ¿A caso yo dije eso, Aradia? — mi hija frota sus manitas bajando un poco la mirada, y debo aguantar las ganas de sonreír a su ingeniosa actuación de indignación.

— No, mami — el puchero que maniobra es digno de ella y avanzo hacia ellas para tomar de nuevo a la mentirosilla.

— Pero creo que podemos hacer una excepción por esta vez, ¿no lo crees, mi amor? — alguien debe ceder en este chantaje y como el maldito buen padre que soy debo evitar que mi hija esté molesta.

Indra duda unos segundos, sé que después de esto me regañara y dará un discurso sobre que no debemos consentirla demasiado porque después no tendremos control sobre ella, pero también me aseguraré de que recuerde a quién diablos se parece.

— Supongo que solo será por esta vez — el rostro de nuestra hija se ilumina en menos de dos segundos y es por esta acción que ignoro el típico protocolo paternal.

— Ahora dile gracias a mami — no puedo con la felicidad que irradia, me he convertido en un sumiso de sus caprichosas peticiones.

— Gracias, mami — besa la frente de su madre para terminar de convencerla.

— Pero por el momento debemos vestirte para la cena, cariño — mi esposa está empeñada en crear momentos memorables en estas fechas navideñas, para mí da lo mismo si festejamos una tradición que no le veo sentido.

— ¿Puedo usar un vestido, mami? — la vanidad de nuestro engendro es algo que me sobrepasa.

— El que quieras, cariño — las pequeñas piernas se mueven con una constante velocidad, demostrando lo emocionante que es para ella portar esa prenda.

— Yo debo reunirme con los Veras — mi mujer no tiene que decir alguna palabra para saber lo molesto que es ese acto para ella — prometo que no tardaré.

Beso, sus labios para que recupere su postura habitual y les doy la espalda tomando camino hacia la pequeña bodega en donde operan nuestros súbditos. Cada año mi mujer se encarga de que este día sea especial para nuestra familia y no se equivoca al querer crear un recuerdo perfecto.

ᴛᴏᴅᴀ ᴍÍᴀ ʏ ᴛᴏᴅᴏ ᴛᴜʏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora