CAPÍTULO 39

5.1K 214 15
                                    

NUEVOS ENEMIGOS

Indra Dorenty

Recargo mi mano al ventanal de cristal, la hermosa mañana ilumina la habitación reluciendo las paredes blancas, los miembros de la Vera se encargan de bajar todo el armamento que se terminó de transportar desde Londres. Armas las cuales se depositarán en el sótano de nuestra residencia.

Cubro mi desnudes con la bata negra de satín y recojo mi cabello en un moño. Las manos del hombre que es mi debilidad se encargan de rodear mi vientre, sus labios dejan un recorrido de besos mojados por mi piel y jadeo por la tentación de estar sobre el cómo cada mañana y cada noche que mi cuerpo lo necesita.

— Buenos días, BosVer — habla succionando mi carne, llevo una de mis manos a su melena disfrutando de sus atenciones.

— Buenos días, BosVer — nuestros cargos como BosVer de la Vera se han tenido que dejar en claro estos últimos meses, dado que nuestros enemigos no dejan de atacarnos con todo lo que pueden.

— ¿Cómo te sientes, mi amor? — masajea la parte de mi cuerpo que alberga a nuestro pequeño demonio.

— Mucho mejor, resulta que nuestro bebé si me deja retener los platillos que prepara, Nanis — he bajado de peso gracias a que no puedo alimentarme de cualquier comida y los ascos por todo son un estrés total.

— Deberíamos programar otra cita con el médico — me giro encarando su rostro.

— No hace falta, estaré bien — su mirada desaprobatoria me eriza la piel.

— Ya tienes 5 meses, Indra, y según el médico las náuseas debieron desaparecer hace un mes — acaricio sus brazos enrollándome en él.

— No dijo eso, solo comento que pudieron desaparecer, pero es normal que aún tenga esos síntomas — niega, molesto.

— Pues lo siento, pero ya programé una cita, así que vístete, que iremos al ginecólogo — no contradigo sus palabras, su protección hacia nosotros aumentan cada mes, y sus preocupaciones me ayudan a estar prevenida de cualquier acontecimiento que pueda sucederme durante el embarazo.

— Usted es un esposo muy mandón, Sr. Masón Greco — recorro con mis dedos el contorno de sus gruesos labios.

— Y usted una esposa obediente que irá a vestirse para ir a observar a nuestro heredero — ruedo los ojos, últimamente su intensidad me entabla en un conflicto sobre si me gusta o desagrada.

— Te preocupas más por este bebé que por mí — reprocho sentimental.

— No es así y lo sabes — deshago el agarre que ejercía hacia él.

— Si tú lo dices — su mirada no declina la mía — me iré a cambiar — paso por su lado y que no me tome de la mano para detenerme, me comprime el pecho.

Me coloco frente al alto espejo de mi vestidor y ciño a mi cuerpo un largo vestido negro, el cual resalta el bulto donde reposa mi bebé, las zapatillas comenzaron a cansarme cuando cumplí los cuatro meses, ya no tolero estar mucho tiempo en ellas y eso me hace sentir mal, usar tacones altos es uno de mis grandes gustos, pero ahora solo recurro a plataformas bajas y tenis cómodos.

Opto por un pequeño juego de aretes y collar de oro, ondulo un poco mis hebras rubias y resaltó mis labios con un perfecto labial rojo. Salgo del vestidor lista para ir hacia el médico. Bajo las escaleras avanzando hacia la cocina de mi casa.

— Buenos días, Sra. Greco — habla, Tamara, mientras está concentrada haciendo el desayuno.

— Buenos días, ¿sabes dónde está mi Nanis?...

ᴛᴏᴅᴀ ᴍÍᴀ ʏ ᴛᴏᴅᴏ ᴛᴜʏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora