CAPÍTULO 16

6.9K 284 66
                                    

NO HABRÁ BRECHAS

Indra Dorenty

Mentiría si dijera que me sentía preocupada sobre esta situación, ni siquiera me molestaba el hecho de que Leo pudiera notar en mi rostro algún indicio de la actividad sexosa que Masón me había otorgado. Analizo a ambos hombres que permanecían en mi despacho, y es aquí cuando me cuestiono mis gustos en hombres.

Leo detalla al hombre que en estos momentos compite con él por la manera de satisfacerme, ninguno hace un intercambio de miradas furtivo, pero desearía que por los menos hubiera una tensión en la habitación, la cual no hay, simplemente se siente un ambiente normal.

— Buenos días, linda — avanza hacia mí rodeándome en sus brazos, deja un casto beso en mi mejilla y el suspiro de Masón se hace notar.

— Buenos días, cariño — me separo de él reparando a Masón que se encontraba en la silla, sentado, observando todo el panorama con su gesto de inalcanzable, sangrón e imponente.

La diferencia en ellos es que, Leo, tiene un porte relajado, elegante, cálido, amable, carismático, si lo ves de pie en algún lugar te nacerían las ganas de ir a contarle tus problemas, de tomarle confianza, de crear un vínculo relajante, lo ves como una persona sencilla, aunque sus trajes lucen adinerados él los hace lucir simples.

Pero, si observas a Masón de pie en algún sitio, a simple vista lo que te atraería sería su físico, sus ojos imponentes, una cabellera intocable, su postura recta, firme y demandante, claro que hay más probabilidad que te acerques para follar con él, pero para mantener una conversación sería algo estúpido, te desconcentrarías, su rostro te eliminara cualquier pregunta, duda o problema que tuvieras, él no transmite confianza de la buena, al contrario, lo observas y sabes que ese hijo de puta te dejara dos años en terapia y de paso en silla de ruedas, me sorprende que yo aún pueda caminar con tacones como si nada.

— Pasaba por aquí y quería verte, esta mañana no quise despertaré — sonrío, porque no sé qué otra cosa hacer, Masón se coloca de pie.

— Leo, él es mi jefe, el Sr. Masón Greco — Leo extiende la mano para saludar al idiota.

— Es un placer — Masón corresponde al saludo.

— El placer es mío — idiota, la diversión que su verde transmite me hace estremecer por la intensidad que emana.

— Estábamos detallando unas cosas de lo sucedido — Masón no deja de reparar a Leo, y no sé si lo hace de buena o mala manera.

— Oh, disculpa, podría irme — habla Leo nervioso.

— No hace falta, yo me retiro para que puedan hablar tranquilamente — ruedo los ojos, porque solo yo soy tan capaz de captar su maldita burla, esto para él es un jodido juego — cuando se desocupe vaya hacia mi despacho, Srta. Dorenty.

— Como ordene, Sr. Masón Greco — asiente pasando por a un lado de Leo, rozando su hombro con el de él de una manera poco sutil, sin duda un completo hijo de puta. Sale de mi despacho, dejándome a solas con Leo.

— Me agrada — no pude contenerme y reí a carcajadas — ¿de qué te ríes, linda?.

— ¿En serio te agrada? — me acerco hacia él quedando a pocos centímetros.

— Sí, ¿hay algo malo en eso? — niego.

— Pero es que es un hijo de puta, arrogante, mal educado, mandón, estresante, intolerable — me toma de la cintura.

— Es tu jefe, es obvio que no te agradara, los jefes suelen ser así — ruedo los ojos.

— Bueno, ese no es el punto, ¿Por qué no te despediste de mí esta mañana? — juega con un mechón de mi cabello.

ᴛᴏᴅᴀ ᴍÍᴀ ʏ ᴛᴏᴅᴏ ᴛᴜʏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora