LA MALDITA ASESINA
Indra Dorenty
Dos semanas después
El fuerte agarre sobre mi abdomen me hace abrir los ojos, la luz del amanecer entra por el ventanal de la habitación, su brazo no me suelta, pero me permite girar y quedar frente a él, aún sigue dormido y paseo mi mano sobre su rostro detallando la simetría elegante que emana, disfrutando tocar lo que me pertenece, su fornido cuerpo yace desnudo junto a mí y las ganas de besarlo me inundan como si solo quisiera estar prendida a sus carnosos labios.
— Mi amor — susurro contra su oído mientras dejo un sendero de besos — mi amor — lo vuelvo a llamar y esta vez su cuerpo se gira permitiéndome subirme sobre él.
— Dime — abre sus imponentes ojos, el verde escarlata me detalla con esa luminosidad que últimamente lo acompaña.
— Tengo hambre — deposito besos contra su cuello y me ciño en él, sus brazos me rodean y yo me dejo mimar por el hombre que tanto deseo.
— ¿Qué se te antoja? — acaricia mi espalda y sus intenciones se vuelven las mías cuando baja los tirantes del camisón — podría hacerte lo que se te antoje — me toma el rostro con delicadeza y nos coloca en un juego de miradas oscuras.
— Conozco esa mirada, idiota — sonríe malicioso — pero esta vez desistiré, porque en verdad tengo hambre de comida — puntualizo antes de que sus manos viajen a un camino imposible de salir.
— Te ves demasiado sexy — frunzo el ceño y repaso mi estado físico.
— ¿Cómo? — se lame los labios y por inercia hago lo mismo con los míos.
— Embarazada de lo nuestro — la palma de su mano se acentúa en mi vientre y una sonrisa de orgullo escapa de mi rostro, a la vez que una llamarada de molestia entra en el ambiente.
— ¿Ósea que antes no lucia sexy? — me indigno, e intento separarme de él, a lo cual se niega atrayéndome hacia su pecho.
— Siempre te has visto jodidamente sexy, Indra — hace una brusca presión en mi cuello reclamando mi vista — nunca has dejado de ser tan sexy, que a veces es un problema controlar mis ganas de follarte en donde se me plazca.
— Yo sé que siempre he sido sexy — rueda los ojos — solo que me gusta que lo repitas las veces que sean necesarias.
— Tu egocentrismo me excita — deja un casto beso en mis labios, dejándome probar el sabor de la tentación.
— Lo sé — contesto, segura — amas todo de mí, y esa será tu perdición — musito contra su boca — soy la mujer que siempre necesitarás y por la única que morirás.
— Y a la única que quiero follar — avasalla mi boca como un desquiciado y cambia los roles dejándome bajo su cuerpo, mis manos se ciñen en su melena y los toques de la puerta interrumpen nuestra magnífica actividad.
— ¿Qué mierda quieren? — contesta de mala gana el idiota.
— La camioneta ya está lista, la Srta. Indra tiene cita médica — lo empujo aún lado y tomo mi móvil, olvidaba la cita con el ginecólogo.
— En un momento bajo — respondo y el Vera corresponde a mi repuesta, Masón se levanta frustrado y avanza hacia mí.
— ¿Nos dirán que será? — pregunta, confuso, mientras enreda sus brazos en mi cintura.
— Claro que no, eso se sabe después de los tres meses — frunce el ceño aún más confundido.
— Eso significa que no sabré qué sexo es nuestra futura descendencia — niego mientras sonrío por sus preguntas.
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ᴛᴏᴅᴀ ᴍÍᴀ ʏ ᴛᴏᴅᴏ ᴛᴜʏᴏ
RandomIndra Dorenty es una abogada penalista, que gracias a un caso su vida tendrá un cambio, pero no uno desconocido para ella, si no que ese cambio la llevará a viejos tiempos. Su jefe, que al parecer es un Mafioso, será la razón por la que ella deba ca...