DEJA DE PENSAR Y HAZLO
Indra Dorenty
Abro la puerta del departamento y para joder más mi día estaba plantado en la entrada, mi queridísimo jefe, ¿Qué mierda hace aquí?, no lo sé, pero por su cara puedo ver que es molestia lo que lo acompaña hacia mi hogar.
— ¿Qué hace aquí? — su entallado traje negro lo hacía lucir como un aperitivo exótico.
— Como que, ¿qué? — termina de abrir la puerta pasando por mi lado, impregnando mi departamento con su aroma varonil.
— Adelante, está usted en su casa — jamás lo dejé pasar y a este le importo una mierda.
— Déjate de jueguitos — me encara desquiciado, su pecho sube y baja con desesperación.
— ¿Jueguitos?, perdone, Sr. Masón Greco, pero no sé de qué me habla — sus lascivos ojos me detallan con delicadeza.
— ¡Deja de llamarme así!, ya te dije que se oye estúpido en ti — me espeta furioso, como si yo tuviera la culpa de que se llame así.
— Usted es mi jefe y... — me toma de la barbilla encarándome.
— Deja de aparentar que no pasa nada — eso era, ahora todo tiene sentido.
— No me diga que le afecto, pensé que solo era error de noche — ahora resulta que tiene sentimientos.
— Ese no es mi punto — me espeta seco.
— Entonces, ¿cuál es? — retiró su mano dándome la espalda.
— ¡Que a mí nadie me ignora!, cosa qué haces — tenía que ser su maldito orgullo de mierda, se vuelve a acercar a mi inquieto.
— Ah, eso, supuse que así debía ser — por estas cosas es que evito acostarme con hombres.
— ¡Pero no en lo laboral, idiota! — me dice furioso, que educado de su parte.
— No me venga con que la llamada a su despacho en la mañana era laboral — es obvio que no.
— Si lo era — lo dudo, sobre todo por la urgencia que sus ojos desatan hacia mi cuerpo.
— Siendo así, le pido una disculpa, Sr. Masón Greco, no se volverá a repetir — rueda los ojos.
Masón Greco
Maldita, como carajos se atreve a tratarme así, como carajos se atreve a pasar por encima de mis órdenes y encima se hace la que no sabe, es una insoportable de mierda, pero el puto coraje conmigo mismo es que deseo ese coño tan apretando que hace que mi falo disfrute estar dentro de ella.
Su actitud de inocente me está causando jaqueca y encima trae ese camisón que no hace más que prenderme dejándome ver la dureza de sus pezones, pechos, los cuales no necesitan de un sostén para ser visibles y apetecibles, su cara de confusión me hace enfadar más de lo que llevo molesto todo el día, camino unos pasos haciéndola retroceder hasta que su espalda toca la puerta.
— Te diré una cosa, Indra — sus malditos ojos azules son una adicción — a mí nadie me desobedece — la tomo del mentón — a mí nadie me contradice — fijo su mirada con la mía — a mí nadie me hace esperar — con mi otra mano acaricio su mejilla — y a mí nadie me hace menos — beso sus labios carnosos, la tomo de la nuca queriendo profundizar el beso, pero aparta mi agarre.
— ¿Que mierda haces? — actúa como si mi beso fuera poco para ella.
— No lo ves — vuelvo agarra su nuca — besarte idiota — iba a decir algo, pero la calle sellando nuestros labios, me estaba desquitando, muerdo su labio inferior, lo cual le saca un jadeo, no resistí más y torne el beso ha urgido y violento.
ESTÁS LEYENDO
ᴛᴏᴅᴀ ᴍÍᴀ ʏ ᴛᴏᴅᴏ ᴛᴜʏᴏ
RandomIndra Dorenty es una abogada penalista, que gracias a un caso su vida tendrá un cambio, pero no uno desconocido para ella, si no que ese cambio la llevará a viejos tiempos. Su jefe, que al parecer es un Mafioso, será la razón por la que ella deba ca...