capitulo 5.

65 12 0
                                    

<Maya observaba el cuerpo inmóvil del chico a sus pies. Su respiración se aceleraba y su mente giraba con preguntas inquietantes. ¿Lo había matado? ¿Había ido demasiado lejos? Se inclinó lentamente, sus manos temblorosas al buscarle el pulso en el cuello.

—Por lo menos está vivo... —murmuró con alivio, aunque su expresión seguía tensa—. Pero eso no cambia el hecho de que es un ladrón.

Miró la sangre que manchaba la frente del joven y frunció el ceño.

—Ay, no... —Se levantó de golpe—. Será mejor que busque algo para limpiar esto. No merece desangrarse, aunque sea un ladrón.

Maya salió corriendo hacia la casa, su mente aún llena de caos. Cuando volvió, cargaba vendas y un pañuelo mojado. Se arrodilló a su lado y con cuidado limpió la herida, la sangre oscura impregnando el paño blanco. El chico, inconsciente, no se movió ni una sola vez. Una vez terminó, lo recostó con más cuidado en el suelo. El silencio en el ambiente solo acentuaba el sonido de su respiración agitada.

🕘

Pasó un rato, y mientras Maya lavaba el pañuelo en un pequeño cuenco, escuchó un leve gemido. Se giró rápidamente y vio al chico moverse ligeramente, parpadeando mientras despertaba. El pánico la inundó al instante. Agarró lo primero que tuvo a mano: una escoba.

—¡N-NO TE MUEVAS! —le gritó, apuntándole con el palo. El joven la miró fijamente, sus ojos verdes centelleando a pesar del golpe.

—Tú... —murmuró él, confuso.

—¡Cállate, ladrón! —espetó Maya, su nerviosismo evidente en la voz.

—¿Qué? Oye, yo no soy...

—¡Que te calles! —Maya avanzó amenazante, pero sus pies tropezaron con algo en el suelo, haciendo que cayera de bruces sobre el chico. Ambos quedaron congelados, sus rostros a pocos centímetros de distancia.

Los ojos azules del joven la observaban intensamente. Él no podía apartar la mirada. Maya, con el corazón latiendo furiosamente, intentaba no perderse en el brillo de sus pupilas.

—¡Desgraciado! —gritó ella, en un intento de recuperar el control—. ¡Eres un ladrón!

Comenzó a golpearlo con la escoba, pero al estar aún encima de él, los golpes apenas tenían fuerza. El chico, aturdido, levantó los brazos para protegerse.

—¡Oye, basta! ¡Que no soy un ladrón!

Finalmente, logró sujetarle las manos. Maya forcejeó, furiosa.

—¡Suéltame! No te creo.

—Te lo juro, no soy un ladrón. —La sinceridad en su voz y el cansancio en sus ojos la detuvieron por un momento.

—¿Entonces quién eres? —preguntó Maya, mirándolo fijamente.

—¿Puedes bajarte primero? —pidió él con una media sonrisa. Maya, al darse cuenta de la situación, se sonrojó y rápidamente se puso de pie.

—Muy bien —dijo ella, aún con la escoba en alto—, ¿quién eres tú?

El joven se incorporó lentamente, aún sobándose la cabeza.

—Me llamo Noah.

Maya parpadeó, reconociendo el nombre al instante. Su mente comenzó a conectar los puntos.

—Espera... —murmuró, sus ojos abriéndose con sorpresa—. ¡Tú eres el príncipe Noah!

Él asintió con un suspiro, como si hubiera estado esperando esa reacción.

la novia del príncipe 👑✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora