14

1.7K 219 1
                                    



Savas entrelazó sus dedos con los míos.

—¿Qué significa *iubesc*? —preguntó, señalando la palabra tatuada en el costado de mi dedo anular.

—Proviene del romano; significa "yo te amo".

Se quedó pensativo durante unos segundos.

—¿Te lo hiciste por tu ex?

Fruncí el ceño.

—No —respondí, haciendo una pausa.

Notó que me había puesto tensa.

—Está bien, no tienes que decírmelo si no quieres. Sin presiones, ¿recuerdas? —dijo mientras me daba un beso corto en la frente.

Me dio la mano y me ayudó a levantarme, mientras él se vestía. Sentía las piernas temblando; mi cuerpo estaba hecho un desastre. Intenté arreglarme, y cuando él terminó de vestirse, nos dirigimos hacia las escaleras. El bar ya estaba vacío; hoy lo cierran más temprano. Salimos por la puerta de atrás, y él me extendió su chamarra antes de que comenzáramos a caminar.

Lo miré, confundida.

—¿Y tu moto?

Me mostró una pequeña sonrisa.

—Regresamos caminando. No es tan tarde, ¿o te preocupa volverte calabaza? —dijo riéndose.

Le respondí con una sonrisa divertida.

—Bien, te seré sincera, lo que más extrañé estos días fue a la moto.

Puso cara de ofendido.

—Entonces, debería enseñarte a conducir.

Mis ojos se iluminaron al oír sus palabras.

—¿En serio? —pregunté emocionada.

Savas se burló al ver mi expresión.

—¡No!

Puse los ojos en blanco.

—Eres un tonto —dije, enojada.

Él me detuvo, poniendo sus manos en mi cintura.

—Y tú eres hermosa cuando te molestas —dijo mientras me robaba un beso rápido.

Le sostuve la mirada durante unos segundos.

—¿Estuviste enamorado de Nazli?

—No —respondió cortante.

—Pero ella sí de ti.

Savas suspiró.

—Eso no importa. Nazli estuvo en un momento oscuro de mi vida que no me gusta recordar, pero eso es pasado. Tú eres mi presente, y no tienes que sentirte insegura por ella. En este momento de mi vida, estoy donde quiero estar.

Me quedé mirándolo un momento, y un silencio absoluto se instaló entre nosotros. No sabía qué decir, así que seguimos caminando hasta que me detuve, tragué saliva y lo miré.

—Yo creí que amaba a Nate y que él me amaba, pero me equivoqué. Él es incapaz de amar, solo sabe lastimar a las personas.

Savas tomó mi mentón para que lo viera.

—No hablemos de él. No vale tu energía. Solo importamos nosotros dos.

Continuamos caminando. La calle estaba desierta; era domingo y ya era la 1 a.m. Lo bueno era que el bar y el departamento no estaban lejos, y en unos minutos llegamos. Al entrar, encontramos a Jenna y Jackson bailando en la sala. No notaron nuestra presencia, así que nos quedamos observando. No quisimos interrumpir; ellos hacían una estupenda pareja y podías sentir su amor. Tras unos minutos, se dieron cuenta de que estábamos allí.

Before I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora