No recuerdo cómo llegamos al avión o las doce horas de vuelo. Cuando aterrizamos en Nueva Orleans, un nudo apretaba mi garganta. Mis ojos estaban hinchados de tanto llorar y mi rostro seguía rojo. Al bajar del avión, recibí un mensaje de mi padre diciendo que ya estaba esperándonos. Caminamos hacia la salida del aeropuerto.
Me detuve al verlo. Se veía mal, sus ojos rojos, claros indicios de que había llorado. Me acerqué lentamente, y cuando estuve frente a él, me jaló hacia su pecho, abrazándome con fuerza mientras nuevas lágrimas brotaban de mis ojos.
— Lo siento — murmuró con voz triste.
Me separé suavemente de él y giré hacia los demás. Subimos al auto en silencio. Mi padre condujo hasta la mansión Ciare, y en unos minutos llegamos. Al entrar, me invadió una sensación extraña y dolorosa. Savas notó mi incomodidad y tomó mi mano.
— Sus cuartos están listos. Rebekah les ayudará si necesitan algo — dijo mi padre a los demás.
— Gracias, señor — respondió Jackson.
Les hice una seña para que subieran las escaleras, pero me quedé con mi padre.
— ¿Y Blair? ¿Dónde está? — pregunté.
— Llegará pronto. ¿Por qué no descansas o comes algo? El funeral es por la tarde.
Negué con la cabeza. — No tengo hambre.
— Tienes que comer algo. Rebekah te compró beignets.
— Tal vez más tarde. — Mi voz tembló al preguntar: — ¿Cómo murió mamá?
Él bajó la mirada. — No necesitas saberlo.
— ¡Sí, quiero saberlo!
— Ahora no, Faith. Tengo muchas cosas que preparar para el funeral de tu madre — dijo dándome la espalda.
— ¿Entonces cuándo? Tengo derecho a saber. Era mi madre — insistí, molesta.
Se giró hacia mí. — Lo sé, Faith, pero intento hacer esto más fácil para ti.
Fruncí el ceño. — No saber no lo hace más fácil. Quiero saber por qué decidió matarse, por qué me dejó... si no le importé. También soy su hija. ¿Qué hice mal para no ser suficiente? — solté entre lágrimas.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, y antes de que pudiera responder, me abrazó con fuerza.
— No hay nada de malo en ti, tú eres perfecta, mi hermosa niña. — Me besó en la frente. — Tu madre estaba enferma. Su alcoholismo y depresión la destruyeron, pero no fue tu culpa. Si alguien es responsable, soy yo. No la ayudé lo suficiente cuando tu hermana murió. Lo que ocurrió fue mi culpa — dijo con un tono triste.
Me dio un beso en la mejilla antes de separarse. Limpié mis lágrimas y subí a mi habitación. Me recosté en la cama, mirando el techo. Pocos minutos después, aparecieron Savas, Jenna, Nik y Jackson. Se acostaron conmigo en silencio, no necesitábamos decir nada. Sabía que estaban cuidándome.
Desperté con la voz de Savas, que me murmuraba algo. — ¿Dónde están los demás? — pregunté, aún adormilada.
— Afuera, preparándose para irnos. Tú también deberías hacerlo — dijo suavemente, mientras caminaba hacia mí, poniendo sus manos en mis mejillas y besándome en la frente. Segundos después, salió de la habitación.
Después de alistarme, fuimos al funeral. No tardamos en llegar. Al entrar, vi a compañeros de trabajo de mi madre. Me quedé al lado de mi padre y de Savas, quien me sostenía de la mano. En ese momento, Blair llegó con sus padres.
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Before I hate you
RomanceFaith llega a Madrid arrastrando las sombras de un pasado que aún la persigue. Para ella, el amor no es más que una trampa, un arma letal que puede destrozarte sin piedad. Pero entonces aparece Savas. Él no solo ve sus cicatrices, las entiende. Lo...