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Me encuentro llorando en el pasillo, esperando el estúpido elevador. Los sollozos ahogan cualquier otro sonido, hasta que escucho unos pasos acercándose. Me giro y veo a Nik y Stefan.

Nik se acerca con paso rápido, la preocupación en su rostro es evidente. — Faith, debí darme cuenta antes. Lo siento tanto — dice, su voz cargada de tristeza.

— No sé de qué hablas — respondo con la voz quebrada, intentando mantener el control.

Ella toma mi mano con suavidad. — ¿Nate te hizo algo en New Orleans?

Me tenso y aparto su mano bruscamente. — ¡No! — grito, aunque sé que mi mentira es evidente.

Nik me mira fijamente, con ojos que me desarman. — Faith, dime la verdad. ¿Qué te hizo Nate?

Desvío la mirada, incapaz de sostenerla. — Nada — murmuro, mi voz temblando mientras mis lágrimas comienzan a caer de nuevo.

Sin poder contenerme, me derrumbo, los sollozos ahora incontrolables. Mi cuerpo tiembla y me siento débil, indefensa. Nik me envuelve en un abrazo fuerte, sus manos acariciando mi espalda con ternura. — Está bien, estoy aquí. — Susurra, intentando consolarme.

Rabiosa, limpio mis lágrimas de golpe. — Ya no quiero llorar, solo quiero irme de aquí.

— Vamos, entonces — responde Nik, haciendo un gesto hacia Stefan para que se acerque.

Stefan, que había mantenido su distancia respetuosamente, se une a nosotras en silencio. Entramos en el elevador y bajamos en completo mutismo. Stefan me observa de reojo, con esa mirada de preocupación que me hace sentir aún más frágil.

Al llegar a su departamento, me detengo frente a un espejo. — Dios, me veo horrible — me quejo al ver mi rostro hinchado, con los ojos rojos y las ojeras marcadas.

Nik sonríe con complicidad. — No te preocupes, tengo la solución perfecta — dice, lanzándole una mirada juguetona a Stefan.

Stefan levanta una ceja, divertido. — ¿Por qué me miras así? — pregunta con una sonrisa tímida.

Nik hace un puchero. — Porque Faith y yo necesitamos que un hombre fuerte, divertido y atractivo nos mime hoy. Estamos tristes y ni siquiera hemos desayunado.

Stefan se acerca a ella y le da un beso suave en la frente. — Me encargaré de eso. — Y sin decir más, se dirige a la cocina.

Nik y yo nos dirigimos a mi habitación. Al entrar, sus ojos recorren el lugar. — ¿Te estás quedando aquí?

Asiento lentamente. — Stefan me ofreció quedarme. No quería volver al hotel. ¿Te molesta?

Nik niega con la cabeza. — No. — Pero su tono cambia, más tímido. — No esperaba que le dijeras a Savas lo del aborto...

Bajo la mirada, nerviosa. — Fue un impulso, no planeaba decírselo.

Nik me observa con seriedad. — ¿Y le dirás lo que realmente pasó en New Orleans?

Frunzo el ceño. — No. No es su problema, Nik. Además, está ocupado con Emily.

— ¡Faith! Él...

La interrumpo, frustrada. — ¡No quiero hablar de él, Nik! Estoy cansada de Savas.

Nos tumbamos en la cama en silencio por unos segundos.

— Está bien — suspira ella. — Además, tengo el plan perfecto para este domingo.

Levanto una ceja, curiosa. — ¿Ah, sí? ¿Y cuál es?

Nik sonríe con picardía. — Mascarillas, películas de Barbie, y Stefan nos pintará las uñas.

Me río, incrédula. — ¿Hablas en serio?

Before I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora