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— Sabes, soy muy buena convenciendo a la gente — murmuré en su oído, con un tono suave y seductor, mientras dejaba un beso en su cuello.

Savas sonrió, esa sonrisa que siempre lograba desarmarme, pero su respuesta fue firme — No insistas, Faith. No va a suceder.

Lo miré desafiante, una chispa de reto encendiendo mis ojos. — ¿Seguro?

— Sí — afirmó, aunque su tono titubeó ligeramente cuando me incliné hacia él.

— ¿Y si hago esto? — Sin darle tiempo a responder, planté mis labios sobre los suyos, con urgencia y deseo. Su respuesta fue inmediata. Savas me correspondió, su boca devorando la mía, su lengua deslizándose entre mis labios mientras nuestras respiraciones se volvían más profundas. Mis manos encontraron su rostro, sosteniéndolo como si fuera lo único que me anclaba a la realidad.

Nos besamos con devoción durante largos minutos, hasta que él se apartó apenas, con la respiración entrecortada. Sus labios se veían hinchados, y sus ojos estaban oscurecidos por el deseo.

— ¿Y bien? — Pregunté, mientras mordía suavemente mi labio inferior.

Savas no dijo nada, sus ojos ardían con algo que reconocí como lujuria contenida. Tomó mi mano y, sin soltarme, me guió hacia el sofá. Me senté a su lado, un poco desconcertada por el cambio en su actitud, pero antes de que pudiera decir algo, él fijó su mirada en la mía, sus dedos jugueteando con los míos.

— Faith... — Su tono cambió, volviéndose serio. — Este es mi último año en la universidad y me han ofrecido una oportunidad para terminar en California.

Lo miré, mi corazón deteniéndose por un segundo. — ¿Te vas a ir...? — Pregunté, con la voz rota, a punto de llorar.

Él alzó mi rostro con suavidad, obligándome a mirarlo directamente. — No. Nos podemos ir, Faith. Los dos. — Sus palabras eran firmes, pero había algo más profundo en ellas. 

— Hablé con el decano de la universidad. Eres la mejor de tu clase, y si quieres, te darán el cambio sin problema. Podemos vivir juntos en California, solo tú y yo. Ahora lo entiendes, Faith. ¿Por qué no me enfoco en mi pasado? Porque tú eres mi presente y mi futuro. Amo a mi hermana, pero no quiero volver a un lugar donde todos me odian y me recuerdan que soy un asesino, que por mi culpa Rory está muerta — su voz se volvió más aguda.

— No eres un asesino, fue un accidente. Si ellos no lo entienden, es su problema, no el tuyo. Así que, a la mierda con ellos. Eres la persona más generosa, fuerte y valiente que he conocido, y te quiero por eso — tomé su mano y la besé — perdón por insistir — murmuré, casi en un susurro.

Savas negó con la cabeza. — No tienes que disculparte.

Por un momento, hubo un silencio absoluto.

— ¿Y bien? — preguntó, rompiendo la tensión.

Sonreí, fingiendo no entender la pregunta. — ¿Y bien qué?

Él suspiró, la ansiedad palpable en el aire. — ¿Quieres venir a California conmigo?

Me quedé callada un momento, disfrutando del rostro de incertidumbre de Savas. — Sí, sí quiero ir a California contigo — dije emocionada.

Sus ojos se iluminaron y se colocó sobre mí, mirándome intensamente. Su mano acarició mi cabello antes de inclinarse para besarme. Correspondí al beso, que se prolongó durante unos minutos, hasta que nos separamos lentamente al escuchar la puerta abrirse.

— ¿Interrumpimos algo? — preguntó Jenna con una sonrisa traviesa.

— No — respondí de inmediato.

Before I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora