Jenna, Nik, y Jackson se llevaron a Savas de vuelta a la fiesta, pero yo estaba completamente rota. Mis ojos se nublaban, las lágrimas corrían por mis mejillas, y no podía disimular el dolor.
Stefan se acercó, me envolvió en sus brazos y susurró: —Estoy aquí.
Nos separamos solo lo suficiente para que él pudiera limpiarme las lágrimas suavemente. — ¿Lista para irnos?
Asentí en silencio.
Subimos al auto y Stefan condujo en silencio. El trayecto fue breve, pero se sintió eterno. Al llegar al departamento, fui directamente a mi habitación, cerrando la puerta tras de mí. Apenas tuve tiempo de apoyarme contra ella cuando Stefan la abrió, se acercó a mi cama y se acostó a mi lado. Sin decir nada, tomó mi mano. No había palabras, solo la presencia silenciosa que ambos necesitábamos.
Desperté con el sonido de la alarma de Stefan a las 8 a.m. Ya estaba vestido con ropa deportiva.
—¿Qué haces despierto tan temprano? Es domingo —pregunté, aún adormilada.
—Voy a correr. Y tú vendrás conmigo —su tono no dejaba lugar a discusión.
Negué con la cabeza, pero él se acercó y me levantó de la cama sin esfuerzo. —No te vas a quedar aquí sintiendo lástima por ti misma. Arriba.
Suspiré. —Está bien, dame unos minutos.
—Tienes dos —dijo, arrojándome una almohada antes de salir de la habitación.
Una vez vestida, salí a la sala donde Stefan me esperaba. Salimos juntos, caminando en silencio hasta el parque. Empezamos a correr, y aunque mi cuerpo seguía el ritmo, mi mente seguía atrapada en la tormenta de emociones.
Después de una hora, mi resistencia se quebró. —¡Espera, ya es suficiente! —dije, jadeando por aire.
Stefan se rió de mí, pero accedió. —De acuerdo.
—No he comido desde que bajé del avión. ¿Podemos ir a comer algo?
—Sí, sé justo a dónde podemos ir.
Fruncí el ceño. —¿A dónde?
—Solo confía en mí.
Solté un quejido de frustración mientras él reía. —Vamos.
Mientras caminábamos, hablábamos de trivialidades, del hospital, de la medicina. No me di cuenta hasta que ya era tarde: estábamos frente al departamento de Savas.
Lo miré, molesta. —¡Stefan! No voy a entrar ahí.
Su mirada se endureció. —Dijiste que volviste por Nik. Ella te necesita, son amigas, y esto es ridículo.
—¿Su cáncer? —pregunté con temor en la voz.
Él asintió con pesar. —El tumor ha disminuido con la quimioterapia, pero la doctora quiere hacer una cirugía para retirar uno de sus ovarios. Después seguirá con la quimio. Nik aún no lo sabe... te necesita.
Mis hombros se hundieron bajo el peso de sus palabras. —Bien. Stefan, repite después de mí: todo va a estar bien.
Él sonrió, aunque sus ojos seguían tensos. —Vamos.
Stefan tocó la puerta. Mi corazón palpitaba en mi pecho, el nerviosismo me carcomía. Nik abrió la puerta, su expresión endurecida.
Stefan la saludó con un beso en la mejilla. —Hola, bonita. Invité a Faith a desayunar.
Al entrar, noté a Jackson y Jenna en la cocina, preparando el desayuno.
—Faith va a desayunar con nosotros —dijo Nik con evidente desdén.
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Before I hate you
RomanceFaith llega a Madrid arrastrando las sombras de un pasado que aún la persigue. Para ella, el amor no es más que una trampa, un arma letal que puede destrozarte sin piedad. Pero entonces aparece Savas. Él no solo ve sus cicatrices, las entiende. Lo...