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— ¿Entonces, estás nerviosa? —me preguntó Blair, sentada a mi lado en el aeropuerto.

— Sí —respondí, sin poder evitar mover mi pie de forma ansiosa.

Blair tomó mi mano, transmitiéndome un poco de su calma—. No tienes que volver para apoyar a Nik.

— Pero quiero hacerlo. Nik es mi amiga y no dejó de serlo solo porque me fui de Madrid.

Blair frunció el ceño—. Sé que Nik te necesita, pero no me gusta la idea de que te quedes en el departamento con Jenna, Jackson y Nik mientras encuentras un lugar.

— Solo serán unos días. Las residencias para estudiantes están llenas, y tía Merliah insistió. Además, está cerca de la universidad y del hospital donde seré parte de la investigación de la doctora Raquel.

— ¿Pero no has hablado con ellos en estos dos años?

— No. Ellos no saben que Nik y yo seguimos en comunicación después de que me fui.

— Savas no va a estar. Sigue en Los Ángeles con Nazli.

Mencionó a Savas, y sentí un nudo en el estómago. Savas había sido publicado en una revista de biomedicina por un artículo sobre la reforma en salud, y eso me dolía un poco más.

— ¿Si él estuviera en Madrid, volverías? —preguntó.

— Sí, pero no fui yo quien hizo las cosas mal. No me importa, Savas ya lo superé.

En ese momento, anunciaron que los pasajeros del vuelo 123 a Madrid debían abordar. Nos despedimos con lágrimas en los ojos; era difícil volver a separarnos. Estos dos años en Nueva York habían sido intensos, divertidos y complicados. No hubiera sobrevivido sin Blair. Entré en la sala de embarque y subí directo al avión, sintiéndome abrumada por los sentimientos encontrados. Durante el vuelo, no pude evitar recordar cómo Jenna y Jackson me habían mentido y cómo Savas había jugado con mis sentimientos. En Nueva York, no había sido capaz de tener una relación seria con nadie; solo sexo casual, porque de esa manera, nadie te rompe el corazón.

Después de algunas horas, finalmente llegué al aeropuerto de Madrid. Allí estaba Nik, esperándome cerca de la puerta. Caminé directo hacia ella con mi equipaje, sonriéndole mientras me acercaba. Nik lucía algo cansada y con ojeras; el mes pasado había sido diagnosticada con cáncer de ovario.

— No tenías que regresar por mí —dijo, pero su tono tenía un ligero matiz de preocupación.

— Y no lo hice. Regresé porque el estudio clínico es una gran oportunidad y un buen añadido a mi currículum.

— Voy a fingir que te creo —respondió, sonriendo levemente.

Salimos del aeropuerto y tomamos un auto que nos llevó directo al departamento. Nik sacó las llaves de su bolso y abrió rápidamente la puerta. En el sofá estaban Jackson y Jenna, viendo una película. Al notar mi presencia, sus rostros se transformaron en una mezcla de sorpresa y confusión.

Los miré, con los ojos abiertos de par en par.

— ¿Qué hiciste, Nik? —preguntó Jenna, incredulidad en su voz.

— No me lo puedo creer —murmuró Jackson.

Sentí que me perdía en un torbellino de confusión.

Me crucé de brazos—. Esto tiene que ser una broma. Están molestos porque volví. Pueden estar seguros de que vivir con ustedes no es algo que desee, solo serán unos días. Y este departamento es de la mamá de Blair, mi tía Merliah —dije fríamente.

— Faith, no es eso —intentó calmarme Jenna.

— ¿Entonces, qué es? —pregunté, molesta, dirigiendo mi mirada a Nik.

— No lo planeé, las cosas se dieron así —dijo, encogiéndose de hombros.

— Solo dilo, Jackson.

— Savas está viviendo aquí. Volvió hace una semana.

Me quedé mirándolo, sin poder procesar lo que acababa de escuchar.

Esto tenía que ser una broma.

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Espero que esta versión te guste y capture mejor la emoción y los detalles de la escena.

Before I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora