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Cuando abro los ojos, estoy sola en la cama de Savas. Miro a mi alrededor, buscando alguna señal de él, pero no hay rastro. Todo se siente extraño. Me levanto lentamente, mis dedos recorren la suave manta mientras me acerco a una esquina donde veo una guitarra. Mi curiosidad me empuja a examinarla de cerca, pero de pronto escucho cómo la puerta se abre.

— ¡Mierda! — susurro, dejando rápidamente la guitarra en su lugar.

— Nadie te dijo que es de mala educación revisar las cosas de los demás, — dice Savas, con una sonrisa burlona en su rostro.

Me giro lentamente, encontrándome con su mirada intensa, y respondo, levantando una ceja y esbozando una sonrisa cínica. — No, pero gracias por el dato. Lo tomaré en cuenta la próxima vez que revise tus cosas.

Savas solo se ríe, divertido. — Así que despertaste de buen humor. Todo gracias a mí, el protector de tus sueños, — añade, imitando un tono heroico que me hace poner los ojos en blanco.

— No puedes ser más egocéntrico, — le respondo, cruzando los brazos.

Él frunce el ceño, fingiendo indignación. — Cualquier persona ya me habría dado las gracias.

Lo miro fijamente y me encojo de hombros. — Pero no soy cualquiera.

Savas me lanza una mirada pícara. — Eso está claro. No invito a todas las chicas que tienen pesadillas a mi cama, — dice, medio en broma, pero hay algo en su tono que me confunde.

Frunzo el ceño, entrecerrando los ojos. — ¿Por qué lo hiciste? Hasta hace unos días, estaba segura de que te molestaba que me mudara aquí.

Sus ojos se oscurecen un poco mientras me observa, serio por un momento. — Nunca podría molestarme porque vivas aquí.

— ¡No has respondido mi pregunta! — le insisto, sintiendo cómo la tensión crece entre nosotros.

— Faith, no importa por qué lo hice. Solo olvídalo, no es gran cosa, — dice, esquivando el tema.

Pongo los ojos en blanco, frustrada. — Tienes razón, no fue gran cosa, — murmuro, caminando hacia la puerta y saliendo del cuarto.

Savas me sigue hasta la cocina. Allí están Jenna y Jackson cocinando el desayuno, y Nik, medio despierto, bosteza.

— ¿Qué tal la fiesta? — pregunta Jenna mientras se sirve una taza de café.

Savas coloca su mano sobre mi cuello, sonriendo con suficiencia. — Faith y Nik te pueden responder, — dice, mirando a Nik con mala cara.

Aparto su mano de mi cuello, rodando los ojos.

— ¿Y bien, Nik? — pregunta Jackson, interesado.

Nik se levanta perezosamente. — Fue una fiesta, Jackson, nada fuera de lo común. Pero es tarde, debo irme.

— Deberías invitar a Faith, seguro que le gustaría golpear algo o a alguien, — dice Jackson, burlándose.

Lo miro desafiante. — Deberías tener cuidado, quizás tú seas mi siguiente objetivo.

Savas se ríe de mi respuesta, pero yo me limito a sonreírle con frialdad.

— ¡Siento que nos perdimos de algo! — se queja Jenna, echando un vistazo entre todos nosotros.

Jackson se para frente a Nik, su rostro endurecido. — ¿Qué me estás ocultando, hermana? — pregunta, molesto.

Nik pone los ojos en blanco y me mira. — Faith, ¿quieres venir? — dice, claramente irritada por la conversación.

— Lo que sea para terminar con esto, — respondo, lanzando una mirada hacia Savas antes de seguir a Nik.

— Iré a cambiarme, no tardo, — digo, saliendo hacia mi habitación.

Después de unos minutos, salgo vestida con ropa deportiva y mi cabello recogido en una coleta alta. Nik ya me espera en la sala, y nos dirigimos hacia la salida. Justo cuando estamos por salir, Savas agarra a Nik del brazo.

— No creas que te salvaste de hablar de lo que pasó anoche, Nichole, — dice con tono serio.

Nik se suelta de su agarre, molesta. — Si quieres hablar, ve con Jackson y deja de jugar. Dile lo que pasó. Dile que su hermana es una estúpida que se enamoró de un idiota, — dice, con los ojos enrojecidos por la emoción.

— Ya basta, Savas, — digo a la defensiva, sintiendo la tensión en el aire.

Savas la suelta y finalmente salimos del departamento.

En el elevador, miro a Nik, quien sigue con la vista clavada en el piso. — ¿Entre tú y Savas hubo algo? — pregunto, sintiéndome algo incómoda por la pregunta.

Nik se ríe con amargura. — ¡No! Savas siempre ha sido como un hermano mayor para mí. Siempre sobreprotector, — responde, suspirando. — Y Faith, gracias por lo de anoche. Siento si fui grosera cuando te conocí. No me gustan los cambios.

Sonrío suavemente. — Lo entiendo, Nik. Está bien.

Llegamos al gimnasio, y mientras Nik se cambia, yo me acerco al ring. Un hombre mayor me ve y baja.

— Hola, soy Javier, el entrenador. ¿Puedo ayudarte?

Nik se adelanta antes de que pueda responder. — Es Faith. Vive con Savas y Jenna, la invité a practicar.

El entrenador me enseña lo básico. Después de una hora agotadora, mi cuerpo grita por un descanso. Cuando Nik me deja en el departamento, me apresuro a ducharme antes de mis clases.

Al salir del baño, vestida con leggins y un jersey, veo que Savas está en la sala con Nazli.

— ¿Qué tal el entrenamiento? — pregunta divertido, notando mi expresión de cansancio.

— Estupendo. Decidí que me voy a inscribir, — respondo con una sonrisa irónica, mientras busco mi café.

Nazli, con su sonrisa inocente, mira fijamente a Savas. — Savas, ¿me llevas a la universidad?

Savas frunce el ceño. — ¿Ahora?

Ella asiente con un puchero. Savas toma sus cosas y, antes de salir, me dice: — Jenna guardó tu porción de desayuno y hay café.

Después de unos minutos, estoy a punto de salir del departamento cuando veo a Savas esperándome en su moto.

— ¿Y Nazli? — pregunto, sorprendida.

— Supongo que ya está en clase, pero como parecía que llegarías tarde, vine por ti. ¿Te subes o no? — dice, extendiéndome un casco.

Me pongo el casco, me subo a la moto y lo abrazo por la cintura mientras siento una extraña seguridad. Llegamos a la universidad en pocos minutos, y me bajo, agradecida.

— ¿Y ahora vas a renunciar al bar para trabajar de Uber? — bromeo.

Savas pone los ojos en blanco. — Solo una palabra, Faith. "Gracias, Savas".

Lo miro, perdiéndome en sus ojos oscuros. — Gracias, — digo suavemente.

Sonríe, y empezamos a caminar hasta que debemos separarnos. — ¿Vas a estar bien? — pregunta, preocupado.

— Puedo cuidarme sola, gracias, — respondo con un suspiro.

Él se ríe. — Adiós, Faith. ¿Esta noche en tu habitación o en la mía?

Rodé los ojos y me alejé, ignorando su comentario.

— Te veo en la noche, Faith, — grita detrás de mí.

Before I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora