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Regresé al hotel con un nudo en la garganta, sintiéndome completamente patética e idiota. No podía creer que había borrado el trabajo de Savas; era un error de secundaria. Al llegar a mi habitación, comencé a caminar de un lado a otro, ansiosa y frustrada. Las horas pasaron lentamente hasta que escuché un golpe en la puerta. La abrí despacio, revelando a Stefan, quien me observaba con una mezcla de confusión y preocupación.

—¿Puedo pasar? —preguntó, su tono serio me hizo sentir aún más pequeña.

Asentí y me hice a un lado, permitiéndole entrar. Observó la habitación desordenada antes de centrar su atención en mí.

—Entonces, ¿por qué lo hiciste? —preguntó, sus ojos afilados intentando leer mi mente.

Suspiré lentamente, tratando de calmar la ansiedad que me invadía. Bajé la mirada, incapaz de sostener su intensa mirada.

—Savas y yo salimos durante un tiempo —murmuré, sintiendo que cada palabra pesaba como una losa.

Stefan me miró, claramente sorprendido.

—Es evidente que las cosas terminaron bien.

—No —dije, mi voz temblando bajo la presión de mis emociones.

—¡Por eso me besaste!

—Lo siento, Stefan —susurré, apenada.

Él se acercó, sus ojos fijos en los míos.

—Eres hermosa, Faith. Si Savas no supo valorarte, ese es su problema, no el tuyo. Pero lo que aprendí hace unos años es que debes ser la prioridad, no la segunda opción.

Arrugó la nariz, pero había algo en su voz que me hizo sentir un destello de esperanza.

—¿Es tu manera de decir que no te gusto?

Él sonrió, divertido.

—No. Estoy tratando de decirte que puedes besar a quien quieras, pero eso no va a hacer que Savas desaparezca de tu mente. Además, hay alguien que me gusta.

—¿Quién? —pregunté, genuinamente curiosa.

—Nik.

Me sorprendí.

—Vaya, debes invitarla a salir.

—Es complicado; soy su médico residente. No puedo tener una relación con ella, no es ético.

—Eso es ridículo —dije, rodando los ojos.

Justo entonces, la voz de Savas resonó desde el pasillo, llena de furia.

—¡Faith! ¡Abre la puerta!

Mis ojos se abrieron como platos, y miré a Stefan con una mezcla de miedo y anticipación. Savas volvió a golpear la puerta con más fuerza.

—Voy a abrir —dijo Stefan, respirando hondo mientras se acercaba a la puerta.

Savas entró de golpe, su expresión era una tormenta de emociones; la furia en su rostro era casi palpable. Sus puños estaban apretados, y una vena en su frente parecía a punto de estallar.

—¡MUÉVETE! —le advirtió fríamente a Stefan, quien se apartó rápidamente, dejando a Savas avanzar hacia mí.

Clavó su mirada en mí, ardiente de RABIA, su respiración se hacía más pesada, y podía sentir la presión en el aire, como si estuviera a punto de estallar.

—¿POR QUÉ LO HICISTE? —preguntó, su voz vibrante con una furia que hacía eco en la habitación, como un trueno que retumbaba en mi pecho.

Tragué saliva, sintiéndome atrapada en una telaraña de culpa y ansiedad.

Before I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora