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Despierto en el sofá, el aroma del café y los panques me envuelven. Me levanto, algo confusa, y me pongo la playera. Al asomarme a la cocina, veo a Savas, que solo lleva puestos los pantalones.

— Mira quién despertó al fin — dice, sonriendo ampliamente, su mirada brilla con humor.

Me siento en la barra y bostezo, tratando de despejarme.

Savas me dedica una sonrisa cínica, sus ojos destellan de picardía. — Creo que te desvelé mucho anoche.

Pongo una mala cara y masajeo mis sienes. — Necesito café para seguir esta conversación.

Savas se acerca, toma mi mentón y me besa dulcemente. — Buenos días, gruñona. Mi playera te queda mejor que a mí.

— Buenos días — le respondo, sonriendo con calidez.

Regresa al otro lado de la barra y toma su celular, soltando un gruñido al darse cuenta de que su cargador no funciona. No puedo evitar reírme. Savas frunce el ceño al ver mi expresión divertida.

— Puedes usar el mío; está en el cajón de mi mesa de noche. — Savas sale de la cocina, dirigiéndose a mi habitación. Mientras tomo café y un panque, segundos después, lo veo regresar con un frasco de fármaco vacío.

— ¿Qué es esto, Faith? — pregunta, cerrando los ojos, su voz mezcla preocupación y curiosidad.

Frunzo el ceño, me pongo de pie y le quito el frasco de mala manera. — No es nada — le advierto, alzando la voz defensivamente.

— Si no es nada, ¿por qué no me lo dices? — insiste, su tono se vuelve más suave, como si tratara de calmarme.

— Porque no es tu problema — replico, tratando de mantener mi firmeza.

— Faith, puedes hablarme de lo que quieras, de lo que necesites. Dime qué ocurre, por favor. — Su voz es tierna, y me derrite un poco.

Lo miro un momento, sabiendo que Savas no se dará por vencido. — Me ayudaba a dormir. Cuando llegué aquí, quise volver a comprarlo, pero mi receta no es válida.

Al terminar de hablar, Savas cierra los ojos un instante y de repente me jala hacia él, abrazándome con fuerza. Me encanta su olor. Se separa lentamente, mirándome a los ojos.

— ¿Tus pesadillas son por tu ex o por algo que pasó en Nueva Orleans? — pregunta con una expresión seria.

Mis ojos se llenan de lágrimas, y la voz me tiembla. — Sí — respondo en un susurro.

Savas toma mi rostro entre sus manos, y con ternura limpia mis lágrimas. — ¡Oye, mírame! ¡Mírame, Faith! No sé toda la historia, pero no la necesito para decirte que eres una de las personas más fuertes e inteligentes que conozco.

Me quedo muda por un momento, mi corazón late a toda velocidad. — No soportaría que me vieras con lástima, como algo roto o defectuoso. Me gusta la forma en que me miras; de hecho, me encanta. Me hace sentir segura.

Savas me observa fijamente, su mirada intensa. — Sería incapaz de verte como algo roto o defectuoso. Faith, no existen palabras suficientes para describirte, pero "rota" nunca sería una de ellas. — Se inclina y besa suavemente mi nariz. — Una vez aclarado esto, ¿quieres desayunar?

Asiento con la cabeza y bebo un sorbo de mi café, mientras él come un panque. Sin embargo, noto que se empieza a tensar cuando su celular comienza a vibrar.

Lo miro fijamente. — ¿No quieres responder? — pregunto, intrigada.

— No — responde con frialdad, sin dejar de comer.

Before I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora