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— Estoy en el lugar y con la persona correcta, te amo, Savas — sonreí, sintiendo que esas palabras salían del fondo de mi corazón.

Él se inclinó hacia mí, agarrando mi rostro con ambas manos. Le respondí inmediatamente, un beso lleno de pasión que me provocó una mágica sensación en todo el cuerpo. Separándome un poco, le miré a los ojos.

— ¿Quieres irte ya? — preguntó, su voz suave y cálida.

Nos despedimos de todos y nos dirigimos al auto que nos esperaba. En cuestión de segundos, llegamos a casa. Una vez dentro, Savas no dejaba de observarme, una sonrisa traviesa dibujada en sus labios. Yo también sonreía, sabiendo lo que ambos deseábamos.

Acercó su boca a mi oído, la punta de su nariz acariciando mi lóbulo. — Te deseo tanto, Faith, eres mi magnetismo — susurró, y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Mis ojos brillaron al recordar la primera vez que Savas me había dicho eso en el elevador. No podía creer que hubieran pasado seis meses desde entonces. Colocando mi mano en su nuca, lo atraje hacia mí, uniendo nuestros labios en un juego adictivo de lenguas. Sus manos subieron por mi espalda, buscando el cierre de mi vestido.

— Savas — murmuré, tensa.

Se separó un poco, confundido. — ¿Qué pasa?

Suspiré, sintiendo que el miedo se apoderaba de mí. — Tengo un retraso.

Me observó un momento, su expresión cambiando a una más seria. — ¿Te hiciste la prueba?

Me llevé las manos a la cara y me di la vuelta, tratando de calmarme. — Aún no, no entiendo cómo pudo pasar. Siempre nos cuidábamos.

— Hey, Faith, sabemos que ningún método es 100% seguro.

— ¿Qué vamos a hacer? — pregunté, insegura.

Savas tomó mi mano y me guió hacia el sofá. — En Madrid te harás la prueba, y después haremos lo que tú quieras.

Lo observé, confundida. — ¿A qué te refieres con "lo que yo quiera"?

— Sí, si estás embarazada y quieres continuar con el embarazo, te voy a apoyar. En seis meses termino la universidad y tendré un trabajo. Tú podrás seguir en la universidad. Quizás no eran nuestros planes, pero vamos a estar bien. Pero si decides interrumpir el embarazo, yo estaré contigo ese día, sosteniendo tu mano. Vamos a estar bien.

— No esperaba esto — respondí, sintiendo una mezcla de alivio y sorpresa.

Él arqueó las cejas, un destello de confianza en su mirada. — ¿Qué esperabas? Tienes 18 años, Faith. Lo entiendo. Después, tendremos todo el tiempo del mundo para hacer bebés con hermosos ojos azules, con pecas, y mi sonrisa encantadora.

No pude evitar sonreír ante su entusiasmo. — Te amo, y si estoy embarazada, quiero tenerlo. Sé que será complicado, pero si estoy contigo, sé que lo vamos a lograr.

Nos quedamos tumbados en el sofá un momento, mirando el techo, el silencio lleno de promesas. Savas pasó un brazo por encima de mi hombro y me acurruqué contra él, disfrutando de su calor. Luego, besó mi pelo.

— Deberíamos ir a la cama. Mañana tenemos que tomar un vuelo.

Sonreí. — Todo cambiará mañana. Llegaremos a Madrid y descubriremos si seremos padres. Después, comenzaremos una vida en Los Ángeles. Comenzaré a trabajar en el laboratorio, y tú tendrás todo el verano para ti.

Me incorporé un poco para mirarlo, curiosa. — ¿Ya lo tienes todo organizado?

— Bueno, es mi deber — respondió, y me jaló hacia él mientras me besaba con ganas, hundiendo una mano en mi pelo, profundizando el beso.

Después de unos instantes, decidimos ir a la habitación para dormir. Al día siguiente regresábamos a Madrid, y solo estaríamos dos días, así que teníamos muchas cosas que hacer, entre ellas la fiesta de despedida que organizaban Jenna, Jackson y Nik.

Ya en pijamas, nos recostamos en la cama. Me acurruqué sobre él y finalmente me quedé dormida. Despertamos a las 6 a.m. y nos alistamos rápidamente para ir al aeropuerto. El auto nos llevó al aeropuerto, donde ya estaban los demás.

— Te voy a extrañar. No puedo creer que nos separemos de nuevo. Te amo, Faith — dijo Blair, mientras una lágrima brotaba de su ojo y recorría su mejilla.

— Yo también te voy a extrañar — respondí, sintiendo cómo me temblaba el labio superior, mientras la abrazaba con fuerza. Estos días con Blair me recordaron cuánto la había extrañado durante estos seis meses. Después de unos momentos que se sintieron demasiado cortos, nos separamos con lágrimas en los ojos, y Blair se dirigió a su sala de abordar.

— Adiós, hermano. Gracias por venir, te quiero — dijo Ángela, mientras abrazaba a Savas.

— Adiós, hermanita. Puedes venir a visitarme cuando quieras — respondió él, sonriendo con calidez.

Después de que todos se despidieron de sus padres, subimos al avión, listos para volver a Madrid. Cuando el avión despegó, sentí un gran nudo en el estómago. Sabía que al llegar a Madrid todo podría cambiar. Automáticamente, llevé mi mano a mi vientre, sonriendo con un sentimiento de anticipación. Me daba pánico la idea de tener un bebé, pero al mismo tiempo me sentía emocionada, porque sabía que Savas y yo lo resolveríamos juntos.

Before I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora