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El día avanza a toda velocidad. Asisto a mi grupo de estudio, donde la mayoría de mis compañeros son encantadores y divertidos. Después de repasar algunos temas, decidimos ordenar pizza. Sin embargo, pronto me despido, porque tengo planes con Jenna y Nik: necesitamos romper cosas para liberar el estrés acumulado. Al salir del grupo, pido un Uber que me lleva a *Smash the Rage*, un edificio grande y curioso adornado con grafitis vibrantes en la entrada.

Al bajar, veo a Nik y Jenna esperándome en la puerta. Sonrío mientras camino hacia ellas, mi corazón latiendo con emoción. Al entrar, nos dan trajes especiales y goggles de protección. Nos dirigimos por un pequeño pasillo oscuro que nos lleva a diferentes zonas, llenas de objetos para romper: platos, cazuelas, televisores y computadoras viejas. En una habitación al lado, un grupo de chicos desata su furia rompiendo botellas con bates de béisbol. Nosotras optamos por los platos y comenzamos a arrojarlos contra la pared.

Debo confesar que al principio pensé que esto era una tontería, pero ahora siento una calma sorprendente al liberar todas mis emociones. Justo en ese momento, la voz de Jenna me saca de mis pensamientos.

— ¿Estabas con Gabriel en el jardín de la universidad? —pregunta Jenna a Nik con un tono serio que nunca antes había escuchado.

Nik pone los ojos en blanco y deja de arrojar platos. Su voz se tensa. — Si lo sabes, no preguntes. Sé que lo hago, Jenna, no actúes como Jackson y Savas. — Su frustración es palpable.

Jenna cruza los brazos, su expresión se endurece. — Vaya, dicen que el amor nos hace actuar como idiotas, pero nunca creí que tanto.

— ¿Desde cuándo eres experta en relaciones? —responde Nik con un tono desafiante—. Llevas una eternidad con Jackson. Además, si Gabriel me cela es porque le importo. Todos cometemos errores, y quizás Gabriel se merece una segunda oportunidad. Está arrepentido y me prometió que va a cambiar.

Mis músculos se tensan al escuchar su último comentario. Bajo la mirada hacia los fragmentos de platos rotos, con los labios apretados y mis manos cerradas en puños.

— Los celos no son una forma de mostrar amor —digo, mi voz temblando mientras busco la valentía para hablar.

Jenna y Nik se giran automáticamente hacia mí, la mirada de Nik se vuelve amenazante. — ¡No te metas!

Levanto la vista y la enfrento. — Ya he estado donde tú estás, Nik, y te aseguro que no es nada agradable. — Mis ojos se llenan de lágrimas y mi voz tiembla. Justo en ese momento, Jenna se acerca y coloca su mano en mi hombro.

— ¿Quieres contarnos qué pasó? —pregunta amablemente, su voz es suave y comprensiva.

Puedo sentir mi cuerpo temblar, las lágrimas fluyen sin control y mi respiración se acelera. — Nate era mi mejor amigo. Es guapo, un atleta, inteligente, divertido y carismático, y nos conocemos desde siempre. A los 15 años comenzamos a salir. Él me daba la atención que mis padres no, y al principio todo estaba bien, o eso creía. Luego se volvió celoso, se molestaba fácilmente y me gritaba, pero cuando eso pasaba, yo siempre me disculpaba, incluso cuando no sabía por qué. Solo quería que él estuviera a mi lado, que no me abandonara. Nuestra relación fue larga y tormentosa. Hace seis meses, en una fiesta, él pensó que estaba coqueteando con otro chico y me tomó del brazo, arrastrándome a su auto. Me llevó a su casa, donde no estaban sus padres, y durante todo el camino me insultó...

— Faith, no tienes que seguir —interrumpe Jenna al ver que mi estado emocional se desmorona.

Me siento como una niña pequeña, incapaz de detener las lágrimas que fluyen. Intento limpiar mis ojos, pero es inútil. En ese instante, siento unos brazos rodeándome; son los de Nik, que me abraza con fuerza. Poco después, Jenna se une, y no sé cuánto tiempo pasamos así, pero sé que lo necesitaba. Tras unos minutos, nos separamos y nos dirigimos al auto de Nik. Cuando Jenna comienza a conducir, el ambiente se vuelve incómodo, un silencio absoluto envuelve el coche. Sé que quieren decir algo, pero eligen callar para no incomodarme. Afortunadamente, el regreso a casa es rápido. Nik estaciona y subimos directo al piso.

Before I hate youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora