006

943 120 19
                                    

Luego de los acontecimientos del día anterior, Cleo evidentemente terminó encerrada en las prisiones subterráneas de Grecia, mientras maldecía con todo su ser a Park JiMin por haberla distraído en su escapada, llegando a pensar que él era cómplice de los guardias para atraparla de una vez por todas, no es secreto para nadie que más de una vez quisieron arrestarla pero ella se escapaba, al igual que su hermano. Se sentía solitaria en esas prisiones bajo tierra, que las habían creado hace muchísimos años atrás con la excusa de que los habitantes no podían saber dónde quedaban los presos.

Cleo no estaba para nada orgullosa de tener que robar para comer ella y su familia, en realidad, si ella tuviera un deseo sería cumplir todo lo que se le pasa por la cabeza, y una de esas tantas cosas es ser una princesa mantenida que tenga alimentos, ropa, y lujos para tirar para arriba, pero lastimosamente le tocó ser la plebeya del cuento. Aún así, a ella le gusta mucho la adrenalina, así que para ella escapar de los guardias una vez a la semana era su dosis de diversión, porque la verdad que en su campo no se entretiene mucho con los caballos.

Por lo menos la pelinegra estaba agradecida de que le dieron un baño profundo, y aunque se avergonzó porque tres mujeres desconocidas la estaban mirando, ahora estaba limpia y con un asqueroso vestido rosado pastel y ajustado hasta debajo del busto, que se sujetaba con un listón grueso de color celeste. Le cepillaron el cabello y le pusieron zapatos decentes. La chica no entendía por qué tantas comodidades si estaría en prisión por vaya a saber cuánto tiempo, pero lo agradecía, olía rico gracias a aquellos jabones y shampoos que seguramente costaban más de lo que ella se pudiera imaginar.

Ahora era el momento en el que Cleo pensaba en que su hermano y padres estarían preocupados al ver que ella no llegaba, y lo más seguro era que claramente piensen que la arrestaron, porque su madre le dijo que tarde o temprano lo harían. Más que sentirse mal por estar arrestada, sin libertad, se sentía mal por no poder llevarle comida a su familia. Sus padres no roban hace ya tiempo, y su hermano no es tan ágil como ella, que aunque roba bien, Cleo considera que ella lo puede hacer mejor.

Solo es supervivencia.

La prisión daba miedo. Era un largo pasillo que tenía celdas una en frente de la otra, y a sus costados, donde los presos solo estaban asegurados por una reja negra que se veía bastante fina. No había mucha iluminación, una pequeña ventana en el pasillo que se ubicaba en el techo, y una gran puerta a la entrada del pasillo que era por donde ingresaban los guardias para darle de comer a los prisioneros y dejar que entre un poco el aire. Cleo estaba agradecida que frente a su celda no había nadie, no quería ser observaba constantemente por un o una desconocida. Su "habitación" consistía simplemente en una cama de madera con un colchón que no se veía muy confortable, una almohada fina y cobijas que seguramente te hacían pasar frío.

Cleo dejó de lado las preguntas estúpidas que pasaban por su mente como "¿Y si quiero ir al baño?" cuando escuchó la puerta principal ser abierta, a la vez que unos pasos se aproximaban a donde ella se encontraba. Ya había sido arrestada hace varias horas, por la pequeña ventana podía ver que era de noche, horas las cuales Cleo estuvo pensando seriamente en cómo escapar, porque más de un día no se quedaría ahí y ella lo sabía, tiene una mente brillante, unos guardias no podrían contra ella. Un oficial gordo se detuvo delante de ella y la miró de arriba a abajo con asco para después tirar un comentario repugnante.

⎯ Debe ser la única vez que estás bañada, asquerosa rata callejera.

Cleo se sostuvo de las rejas y sonrió con gracia.

⎯ Debe ser una lástima para tí que tu mujer te deje por gordo.⎯ rió levemente.⎯ Ahora entiendo porqué la ví con un joven tan bello y musculoso hace unos días, él sí es lindo.

Castle| pjm. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora