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⎯ ¡Joder, me asustaste!⎯ exclamó la desconocida mientras se daba media vuelta, y con una mano sostenía la corona que casi se cae por el pequeño salto que Cleo le ocasionó.

Cleo tragó saliva mientras la veía, la pelirroja tenía un cuerpo precioso, con curvas perfectas a las que el corset se adaptaban, pechos grandes, y no podía ver sus piernas gracias al vestido que caía desde su pequeña cintura. La griega por un momento se sintió fea, si bien siempre se consideró muy guapa y tenía el ego por las nubes, después de ver a aquella mujer en el cuarto de su futuro esposo, el autoestima le llegó a por el suelo.

JiMin no podía mentir diciendo que era una prima de él o demás, pues de asiática no tenía nada, y esperaba que el príncipe tenga una buena excusa para cuando Cleo le haga un escándalo por ver otra mujer en su cuarto, porque sí, aunque la pelinegra aún no sea nada de él, se sentía con todo su derecho de reclamar. De igual manera, gracias a su ego pensaba que si JiMin tenía una amante, a ella no la vería más y que se quede con aquella pelirroja de cuerpo divino, no pensaba rogarle sabiendo que había una segunda, tercera o quién sabe cuántas opciones más.

Es hombre, era obvio que no se conformaría con una sola.⎯ pensó Cleo con enojo.

⎯ Oye, no le digas a JiMin que tomé una de sus coronas, odia que lo haga.⎯ habló en coreano y Cleo no entendió del todo, lo que la hizo sentirse aún más inútil para el príncipe. La colorada no se percató de la decepción y enojo de la pelinegra y se dió vuelta para seguir viéndose al espejo.⎯ Pero, ¿A quién engaño? Está corona me queda espectacular.⎯ dijo feliz.

Justamente, como si los pedidos de Cleo fueran escuchados, JiMin apareció en la habitación, y ni bien ingresó lo recibió un empujón de la griega, lo cual lo dejó confundido. Vió en dirección de la otra mujer y rodó los ojos, venía cansado de la charla con su padre, y ver a la pelirroja ahí lo ponía peor.

⎯ ¡¿Cuándo pensabas decirme, eh?!⎯ preguntó la pelinegra exaltada, JiMin no comprendía de qué hablaba.⎯ ¡Ni siquiera nos casamos y ya tienes una maldita amante! ¡Yo sabía que me traerías aquí solo para ser una de tus putas!

⎯ Cleo, estás mal interpretando todo.⎯ la tomó por los brazos, pero ella se soltó molesta.

⎯ Mi hermano tenía razón, era obvio que alguien como tú no sería un hombre de una sola mujer.⎯ soltó dolida.

En realidad, Cleo no sabía qué era lo que tanto le molestaba, si ella no era la "mujer oficial" del príncipe, y tanto ella como él podían tener su vida amorosa con quiénes quisieran, o por lo menos así era hasta el día de su casamiento. Pero a ella le molestaba que, de alguna manera, Cleo le era fiel, aún sin ser nada, porque apenas llegó uno del servicio de limpieza intentó coquetearle y ella se marchó sin poder decir nada, porque no podía hablar el idioma, pero entendió que él quería algo más que ser simples amigos cuando le entregó una rosa y quiso besarle la mejilla.

Pero mientras tanto JiMin tenía una mujer en su cuarto, pff, Cleo definitivamente estaba decepcionada, y supo que no tenía que confiar en el lindo y tierno rostro del pelinegro.

Quizá al final su hermano tenía razón, el príncipe la llevaba para alimentarle las ilusiones de ser reina cuando en realidad solo la usaría para satisfacer sus necesidades carnales. Eso era lo que le dolía a la pelinegra, que el tierno rostro de JiMin le mostró algo cuando él era todo lo contrario y ya tenía una (o quién sabe cuántas más) mujeres en su cuarto. Lo peor que después el príncipe se hacía el que nunca tuvo novia y era cero experimentado, eso también le molestaba a la griega, que hasta en eso le mintió, definitivamente no le quedó ningún detalle.

⎯ Uh, no suena muy contenta.⎯ comentó la desconocida y JiMin la miró mal.

⎯ Cállate, Ádara.⎯ ordenó el príncipe, y la nombrada solo levantó las manos en señal de inocencia.⎯ Y quítate mi corona.

Castle| pjm. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora