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Cleo rápidamente salió corriendo de ahí cuando escuchó pasos aproximarse a la puerta, lo último que quería era que piensen que es una intrometida o algo por el estilo. Se escondió detrás de un pilar, a la espera de que aquella persona salga de la oficina de JiMin y continúe su rumbo, mientras ella pensaba que no era suficiente, que todo el esfuerzo que hacía día a día al final no era suficiente. Pero, en lugar de ponerse triste como una persona normal haría, tenía ganas de ir detrás del rey TaeHyung y gritarle en la cara, furiosa.

Es que sí, desde su posición, ¿Quién podía aprender todo lo que ella aprendió en dos semanas? Nadie. No era por ser egocéntrica, pero Cleo se consideraba una persona con un paso más a la sociedad que tenía inteligencia súper desarrollada o algo por el estilo, sino no tenía explicación de cómo su cerebro guardaba tanta información. Es decir, ¡Por Dios! Hasta era analfabeta hasta hace dos semanas, y ahora se sabe el abecedario griego y coreano, del derecho al revés, y no dentro de mucho comenzaría con el inglés. Claro, sin contar todas las otras cosas que su cerebro almacenaba, así que, ¿En serio era insuficiente?

Cuando escuchó pasos alejándose, miró cuidadosamente, dándose cuenta de que el rey se marchaba mientras suspiraba. El impulso de ir a decirle que no conseguirá una mejor mujer que ella le estaba ganando, pero no tiraría a la mierda su esfuerzo. Agradecía que JiMin la había defendido, que mostraba su confianza en ella, pero ahora se había propuesto cerrarle la boca al rey de una manera que jamás olvidará. No le importaba humillarlo frente a todo el país diciendo que él creía que ella no sería capaz, porque le demostraría que sería capaz de ser reina y de muchas cosas más.

Tomó aire y lo retuvo por unos segundos para después soltarlo, no quería ir a armar peleas con JiMin, así que prefería relajarse. Después de unos minutos, cuando se sintió menos molesta, avanzó hacía la puerta y tocó la misma, escuchando la voz cansada del príncipe, dándole el permiso de entrar. Apenas puso un pie dentro de la oficina observó todo, muy aburrido el lugar. Colores negros y blancos, un escritorio lleno de papeles y plumas, no había cuadros, pinturas, diplomas, absolutamente nada en las paredes blancas. Lo que sí había era un hombre apuesto, con el cuerpo tenso, estresado, y con unos lentes de lectura que pasaban sobre su nariz, los cuales bajó para ver mejor a la de cabellos negros, y ella sintió que se derretía ahi mismo por ese simple e insignificante gesto.

⎯ Cleo, ¿Ocurrió algo?⎯ preguntó mientras la veía con su ceño levemente fruncido. Observó el reloj, dando las 16:46 de la tarde, tenía que estar en clases de baile.

El mayor no perdió el tiempo y la observó, un vestido blanco sencillo, sin corset porque al parecer a ella no le agradaban éstos para estar cómoda. Dejaba al descubierto sus hombros, tenía encaje en el escote y el final de la falda que no era para nada voluminosa. Sus manos eran cubiertas por guantes del mismo color que apenas llegaban a la mitad de sus antebrazos, y JiMin notó que no estaba más alta, así que suponía que estaba descalza o con zapatos bajos, pero viniendo de Cleo, la chica que detestaba usar calzado, confiaba más en la primera opción, como el vestido la cubría nadie le podía decir que era una falta de respeto. Llevaba el cabello húmedo y despeinado, suponía que salió de bañarse.

⎯ Solo quería visitarte.⎯ levantó los hombros, sin saber qué más decir. Se había olvidado el objetivo principal de su visita al príncipe.

Sin preguntar se sentó en la silla frente a JiMin, tomó un papel cualquiera y lo leyó, agradecía haber entendido el coreano, y si bien aún le costaba un poco cuando se olvidaba de ciertas palabras o no entendía la pronunciación de las palabras, por lo menos si le hablaban entendía de qué trataba la conversación. El de cabello negro la miraba con atención, sin entender como una mujer podía ser tan preciosa al natural, sin un vestido o joyas extravagantes, sin una gota de maquillaje en el rostro, o siquiera sin una gota de perfume olía bien.

Castle| pjm. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora