Castle| pjm. ✓

018

Había pasado una dura semana, donde Cleo apenas podía dormir por estar casi todo el día entrenando y estudiando, nunca pensó que tener una postura correcta le llevaría más de cuatro horas por día. Extrañaba no hacer nada, aunque bueno, en Grecia sí hacía, ir a robar y cuidar de los caballos, ordenar su casa y demás era un trabajo, pero a comparación de todo lo que hace ahora, eso no era nada. Extrañaba a su hermano y a sus padres, el mismo día que les escribió la carta JiMin pidió que la manden y no hace mucho llegó una respuesta, diciendo que también la extrañaban y estaban muy orgullosos de ella por todo su esfuerzo.

Pero de igual manera llegaban varias preguntas a su mente, como que ¿De verdad sentían orgullo por ella o solo lo decían porque lo que estaba logrando los haría salir de la pobreza? Cleo quería pensar que su familia no era así, pero era estúpido tapar la verdad con un dedo cuando en gran parte ninguno de sus progenitores pusieron un detenimiento para que JiMin se la llevara. Sí, puede ser que el príncipe les haya endulzado el oído diciendo que la vida de los cuatro cambiaría, pero si verdaderamente hubieran pensado en la seguridad y el amor que le tienen a su hija, ¿La hubieran dejado ir tan fácil?

Eran preguntas que le quitaban el sueño a la chica, y de por sí últimamente su sueño era de cinco o seis horas cuando antes era de 10, por lo que el cansancio en cualquier momento la ganaría en su totalidad. Pero había que entenderla; idiomas, modales, baile, esgrima, arquería, leyes, educación, historia surcoreana, y así todos los días de la semana, ya ni un domingo se salvaba. Y sí, podía decir que daba frutos todo aquello, pues los exámenes semanales que le tomaba Georgiou frente al rey, eran aprobados con excelentes notas, además de que ya podía hablar bastante bien el idioma.

Cleo suspiró cansada cuando la sexta flecha no entró en el punto del blanco, frustrada cerró los ojos mientras los presionaba. Ese sábado estaba practicando sola, la entrenadora había tenido un inconveniente personal y no asistió a la clase de hoy. La morocha abrió los ojos cuando sintió que una flecha pasaba por su costado, extremadamente cerca de su rostro. Volteó y encontró a la pelirroja que no había visto desde aquel inconveniente. Ádara mostró una pequeña sonrisa y se acercó, llevaba un vestido mangas largas de color verde oscuro que combinaba a la perfección con el color tan inusual de cabello, el cual llevaba suelto y desordenado por el viento.

⎯ Lamento interrumpir tu práctica.⎯ se disculpa la colorada mientras se va acercando a la otra chica, pero se apresura y se marcha a buscar las flechas pérdidas mientras rodaba los ojos. Ádara aún no le caía bien, fuera de que no la conoce, encontrarla en el cuarto de su futuro esposo no le había gustado ni un poco. La mayor suspiró.⎯ Entiendo si me odias, pero fue un mal entendido lo de el otro día.

⎯ Te encontré en el cuarto de JiMin, no creo que sea un mal entendido.⎯ respondió sin más, colocando la flecha en el arco y preparándose para soltarla, pero sintió que le tomaban el codo por detrás y la movían.

⎯ Y yo quiero aclararte que JiMin es solo mi amigo, es imposible que entre él y yo haya algo.⎯ sonrió levemente mientras acomodaba el codo de la mayor. Corrió un mechón negro que se había metido entre la visión de Cleo y habló nuevamente.⎯ Ahora sí, dispara.

La menor lo hizo, y por primera vez en todo el día, le dió al punto del blanco. Soltó aire mientras miraba el pasto debajo de sus pies, ella se dió cuenta que sentía una extraña sensación de alivio cuando caminaba descalza por allí, así que normalmente andaba sin zapatos para tocar el húmedo césped. Levantó la vista e inspeccionó a Ádara, tenía una expresión de culpa, y a la vez un aura muy pacífica, algo de ella gritaba que repartía paz y tranquilidad, y en ese momento era lo que más necesitaba Cleo.

⎯ ¿Es verdad que eres hija de SooYoung?⎯ preguntó con aburrimiento, no confiaba en ella, y mucho menos caía en la estúpida mentira del príncipe.