Castle| pjm. ✓

045

Siete largos meses habían pasado después de la trágica guerra, en la que hubieron muchos fallecidos y, lamentablemente, Corea del Sur no tuvo mucha buena suerte después de aquel suceso. Las semanas siguientes de la guerra habían sido una tortura total para los reyes, o para el reino en general, muchos temían salir de sus casas por el miedo a que MinJoon ande libre por ahí, pareciera que tenía libre acceso al Sur de Corea porque muchas veces se había detectado una "alerta roja" que significaba que él estaba en el reino, y por propia seguridad era mejor no salir de sus hogares.

El funeral de los fallecidos se llevó a cabo, con los familiares llorando a más no poder y dejando muchas flores sobre sus ataúdes individuales. El del ex rey TaeHyung era el que más destacaba por ser de color blanco, y con una rosa plateada en la tapa, JiMin se derrumbó nuevamente cuando vió el cuerpo de su padre dentro de aquel cajón en el que nunca esperó verlo. Nadie se prepara para ver a un ser querido fallecer, menos cuando se trata de papá o mamá, y a JiMin le tocó la mala suerte de ver a los dos. Pidió que lo entierren al lado del de su madre, ya que recordó que una vez ella le contó que su padre dijo que ni muertos iban a separarse, así que como promesa los dejó juntos.

Era la primera vez en toda su vida que había visto a Inna llorar, hasta logró abrazarla porque le partía el corazón verla tan destruída, igual que lo estaba él. Por cuenta propia la mujer decidió desalojar el castillo, alegando que no podía estar en el mismo lugar que estuvo con TaeHyung en algún momento, y JiMin sin poner ningún pero la dejó ir. Ella dió un largo discurso en el funeral de su ex pareja, algo que sorprendió a muchos, ni siquiera JiMin había hecho eso porque sentía que nadie debía oír lo que le contaría a su padre, así que esas palabras las guardaría hasta el día en el que su hija naciera.

En esos largos siete meses también llegó la confirmación de embarazo, tuvieron sus respectivos chequeos mensuales para saber si todo iba bien con el bebé y, a decir verdad, era un milagro que siga vivo después de tanto estrés que sufrió su madre, pero por suerte estaba de lo más bien. Ahora Cleo tenía una panza gigante, digna de sus siete meses de embarazo, y JiMin todas las noches y mañana dejaba besitos en esa zona para hacerle saber a su hija que la esperaban con ansias, era uno de los pocos sucesos que ponía feliz a Park después de la muerte de su padre.

MinJoon seguía vivo, aunque JiMin se estaba encargando de eso. Por respeto no lo asesinó en la guerra frente a todos, además de que no tenía las fuerzas suficientes para hacerlo, hablando de manera física y emocional. Por primera vez, Cleo le había dicho que lo asesinaría ella misma, pero fue JiMin quien le dijo que no debe ensuciarse las manos con una sangre tan sucia y esperaba que él muera por si solo, con sufrimiento y dolor.

Aunque él podría ayudar un poco en eso.

⎯ ¿Cerraste bien las ventanas?⎯ preguntó JiMin, viendo a su esposa recostada en la cama con un revelador vestido de seda mientras leía un libro.

⎯ Sí, después del último suceso estoy más paranoica de lo normal.

En esos siete meses, MinJoon también se había dedicado a molestar a la pareja de reyes porque no le fue suficiente con asesinar a TaeHyung, sino que ahora iba en busca de Cleo. Intentó cinco veces secuestrar a la reina, y en la última fue cuando casi lo logra pero por suerte no fue así, la había drogado con una bebida sin que ella supiera y al momento de caer desmayada en el jardín trasero fue cuando se la quiso llevar, pero por suerte los guardias llegaron a tiempo y no pasó a mayores, aún así, el trauma había quedado en la griega y no podía creer que estuvo a punto de ser secuestrada.

JiMin se acostó a su lado mientras la abrazaba pasando un brazo por su panza, le divertía ver como su esposa usaba la casita de su hija como soporte para algunas cosas, para sostener vasos, los libros que leía o hasta platos de comida. Leyó con ella la página en la que estaba, sin entender absolutamente nada del libro por no leerlo desde el principio, pero le gustaba el silencio cómodo entre ellos, hasta que recordó algo.