Castle| pjm. ✓

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JiMin rodaba los ojos por cuarta vez en la hora que escuchaba a su molesta madrastra, diciendo lo mismo de siempre, las mismas palabras, el mismo relato. Aquella mujer con cabellos grises y negros comenzaba a fastidiarlo mucho más de lo que pensaba, ni cuando era adolescente le molestaba tanto como ahora. Park tomó de su taza de té, mientras recriminaba a su fallecida madre por no haber tenido un hijo o hija antes que él, así no asumía estas consecuencias.

Veía como la señora de 49 años que llevaba un vestido dorado ajustado al cuerpo, creyéndose que tenía 18 años y un cuerpo de modelo, lo regañaba. Inna, su madrastra, se había casado con su padre siete años después de la muerte de su madre, ¿Lo peor? Inna es la prima de su difunta madre, por lo que JiMin nunca la quiso al notar las claras intenciones que venía guardando desde hace tiempo. El accidente de su madre no fue pura casualidad, y él estaba seguro de eso, solo que ya no tenía caso hablar de aquello con su padre cuando lo único que hacía el mayor era apartar la mirada y callarse.

A JiMin le enfurecía notar que Inna quería hacerse su madre, portaba los vestidos que usaba su prima, esos ajustados corsets que solo le ajustan la barriga y hace que la mayor apenas respire, los escotes que muestran los pechos que nadie quiere ver y además da una imagen vulgar, las coronas que eran solo de su madre y ahora las lleva ella en su descuidado cabello. Lo regañaba y mandaba como si ella lo hubiera dado a luz, como si de verdad lo amara y quisiera lo mejor para él.

⎯ ¡En tan solo unos meses cumplirás veinticinco años, deja de comportarte así y...!⎯ iba a seguir su regaño, hasta que notó que su hijastro se mordía las uñas, ignorandola en su máximo esplendor.⎯ ¡Park JiMin, te estoy hablando!

⎯ Sisi, te escucho..⎯ respondió aburrido.

⎯ Tienes muchas doncellas detrás tuyo, ¿Cuándo elegirás a una para ser reina?

Quizá JiMin tenía una idea estúpida, o quizá no, él lo veía como algo romántico. JiMin no quería solo salir a elegir una de todas las mujeres que se ofrecen para estar en pareja con él, porque sabe que no lo aman, que solo lo hacen por la corona, fama, joyas, y demás. Él quería alguien que lo amase siempre, en sus buenos y malos momentos, estar juntos todo el tiempo que la vida se los permita. No pensaba obligarse a estar con una mujer que no ame, que no le llene el corazón, que no le haga sentir nervios antes de verla, ni que le crea las famosas mariposas en el estómago.

Pero lamentablemente estaba desde los 18 años buscando a aquella mujer, quiso rendirse, pero llegó su madrastra a arruinarle la vida, obligandolo a buscar una mujer, y, lamentablemente, su padre no estaba del lado de su hijo. Ya no sabía por dónde buscar a la mujer que tanto esperaba, conoció muchas, a montones, y ninguna lograba lo que él deseaba. No era por repetir el estúpido refrán de los hombres dolidos pero eso de "todas son iguales" comenzaba a repetirse en su cabeza. Todas lo querían por lo que tenía o podía darle, pero ninguna por amor de verdad.

Sus padres se habían enamorado antes de que Park asuma su puesto como rey. Su madre fue una mujer que trabajaba en un almacén del pueblo, lo que estaba tremendamente prohibido, ¿Cómo una mujer iba a trabajar y no limpiar su casa? Sin embargo, a ella no le interesaba todo eso. Salía a trabajar, hacía el trabajo de "hombres", cuidaba de sus hermanos menores y padres, ayudaba con las cuentas, estudiaba y tenía sueños por delante. Eso había sido lo que enamoró al señor Park, que ella sea una mujer tan fuerte e independiente, que hacía oídos sordos a lo que los demás podían decir.

⎯ No molestes, ¿Quieres?⎯ dijo terminando su té, ya frío.

⎯ Pero JiMin..

⎯ Príncipe Park, el señor Georgiou ha venido para sus clases de griego.⎯ comunicó la joven que estaba siempre con JiMin, Inna la llamaba sirvienta, pero el príncipe la llamaba amiga.