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Cuando Minho detuvo el Porsche frente a la librería, Jisung ya lo esperaba en la acera. Tenía aspecto de tener frío, con los hombros caídos y los brazos cruzados sobre el pecho. La
temperatura había descendido bastante, y la camisa de gasa que llevaba no era suficiente para protegerlo del fresco nocturno.

—¿Tienes frío? —se interesó Minho al bajar del vehículo. Hizo el gesto de quitarse la chaqueta, pero de inmediato se dio cuenta de que no la llevaba, la había dejado en la librería. Él asintió. Sus labios habían adquirido un tono violeta. —Vamos, te llevaré a casa. En el coche llevo una sudadera que puedes ponerte.

—No creo que esto sea buena idea. Tu novia no deja de mirarnos y parece molesta —susurró algo cortado.

—¿Mi novia? —preguntó Minho, desconcertado, y ladeó la cabeza buscando aquello que Jisung miraba con disimulo. Encontró a Lisa, los ojos de la chica estaban clavados en ellos con una expresión indescifrable; al darse cuenta de que Minho también la miraba, bajó los ojos con rapidez y continuó recogiendo las mesas—. ¡No, Lisa no es mi…! Es una amiga. Solo se preocupa por mí —se estaba justificando sin saber muy bien por qué, y guardó silencio antes de parecer un idiota.

—Lo siento, el otro día los vi y me pareció que ustedes… Que entre ella y tú, había algo más… —dijo bastante nervioso.

—No sabía que dábamos esa impresión —reconoció algo tenso, y se sorprendió de que le preocupara lo que Jisung pudiera pensar a ese respecto.

—Bueno, es que ella parecía estar… —Soltó una risita nerviosa y se recogió el pelo tras la oreja—. No me hagas caso, son imaginaciones mías.

—Lo son, solo somos amigos —ratificó él sin dudar.

Frunció el ceño y miró a Lisa con un nuevo sentimiento de inquietud. No, era imposible, ella no tenía ese tipo de sentimientos hacia él. Lisa era muy efusiva, cariñosa, y no tenía ningún reparo en demostrarlo. Y lo era con todos, sin excepción. Para ella la familia era importante y él pertenecía a la familia. ¡Por Dios, se había arriesgado a conseguirle la sangre, incluso antes de conocerle! Ella era así. Apartó esos pensamientos.

—Tienes frío —se recordó a sí mismo al percatarse de que Jisung se estremecía con un ligero siseo.

Tomó una chaqueta de algodón del asiento trasero y se la ofreció alargando el brazo.

—Gracias —dijo él. Minho puso el coche en marcha y el motor ronroneó con suavidad.

La luz del salpicadero iluminaba su pálida piel con un tono azulado, tan brillante como sus ojos que, en ese momento, parecían de neón. Y Jisung se descubrió a sí mismo sin poder apartar la vista de ellos. Se dio cuenta de que él también lo observaba. Enrojeció, y el calor subió hasta sus orejas. Intentó hacer como si nada y fijó toda su atención en la calle vacía que había tras el parabrisas, rezando para que la penumbra del interior disimulara su rubor.

Dejaron atrás los ruidos de la ciudad y se sumergieron en un silencio hipnótico. El coche circulaba a gran velocidad por la carretera, iluminada tan solo por la luz de los faros. Allí el bosque era muy espeso, y no dejaba paso a la mortecina claridad de la luna, por lo que la oscuridad era absoluta.
Jisung observó a Minho con el rabillo del ojo, sus manos sobre el volante se movían con suavidad, sus ojos estudiaban la carretera, pendientes de cada curva, de cada rasante; y a pesar de la velocidad con la que discurría, el coche avanzaba de forma suave.

—El próximo desvío a la izquierda —indicó Jisung, rompiendo el incómodo silencio en el que se hallaban sumidos desde que comenzara el viaje.

Minho asintió con la cabeza. Ahora estaba a solas con él, no había música, ni personas que distrajeran su atención.
Ahora era plenamente consciente de su presencia, del olor de su pelo, del calor de su piel, del latido acelerado de su corazón. Seguía nervioso, aún no confiaba en él.

Donde el cielo cae... [MINSUNG] SKZ •ADAPTACIÓN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora