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Minho giró con habilidad en la curva y
aceleró. Las nubes empezaban a ocultar las estrellas y el aire arrastraba un ligero olor a humedad. El motor rugió de nuevo al enfilar la recta y no aminoró cuando entraron en la
estrecha carretera que conducía a la mansión. Se detuvieron frente a la puerta de acero, la cámara de seguridad se movió hacia ellos.

—¿Y si vamos a alguna otra parte? —sugirió Jisung. Minho lo miró con atención y por un instante sus ojos se iluminaron con un brillo púrpura. —No sé, pero… —continuó él —en el castillo tengo la sensación de que hasta las paredes tienen oídos. Y parece que allí no podemos pasar más de media hora juntos sin que uno de los dos se acabe marchando por cualquier motivo.

La puerta de hierro comenzó a abrirse con un sonido mecánico.

—¿Y qué sugieres? —preguntó él,
dibujando en sus labios una sonrisa traviesa.

—Vayamos a algún sitio donde podamos
estar solos, completamente solos.

Minho estudió su cara un instante y su
sonrisa se ensanchó iluminando su pálido rostro.

—Tengo una idea —dijo él de repente. Dio marcha atrás muy rápido, giró y derrapó sobre la tierra al acelerar de regreso a la carretera. Jisung sonrió encantado, no podía apartar los ojos de él. Hacía fresco y la humedad se le pegaba en la piel. Un par de gotas cayeron en su brazo y otra en su mejilla. Se arrebujó en el asiento, contemplando la niebla que comenzaba a arremolinarse a ambos lados de la carretera. —Llegaremos en unos minutos —dijo Minho sin dejar de sonreír.

—¿Adónde?

—Vamos a colarnos en la casa de Christopher  —anunció con un guiño—. Pensaba llevarte a un precioso mirador que hay cerca de aquí, pero parece que va a llover.

—¿Christopher no vive en la mansión? —curioseó Jisung.

—Sí, pero también tiene sus pequeños
retiros para cuando quiere pasar unos días solo. —Hizo una pausa y una sonrisa divertida curvó sus labios—. O acompañado.

—¿Y tú también tienes casitas a las que
retirarte para estar solo? —preguntó Jisung sin poder disimular un tonito celoso.

—No, yo soy un buen chico —respondió
con una suave risa. Le hacía gracia ese ánimo suspicaz.

—No sé si creerte, ¿viste cómo te miraban las chicas en el pub? ¿Siempre causas ese efecto?

—Sung, a pesar de todos mis años, apenas he estado con otras mujeres. El amor dejó de interesarme. —Hizo una pausa —Hasta que te conocí y no pude evitar enamorarme de ti. Pero sí que tengo un retiro, una pequeña villa en el lago Como. Iba allí de vez en cuando para descansar, pero estoy pensando en venderla y buscar un lugar más tranquilo— Lo miró y se quedó pensando —¿Por qué no eliges tú el sitio?

—¡¿Yo?!

—Sí, piensa en un lugar que te guste, no me importa dónde, pero que te guste. Y podríamos pasar allí nuestras primeras navidades juntos, ¿qué te parece? ¡Dios, ni siquiera recuerdo mi última Navidad! —indicó muy excitado.

Jisung asintió encantado, casi sin dar crédito a lo feliz que se sentía. Y él añadió: —Bien, este año quiero celebrar la Navidad y todo lo que se suele celebrar. Incluso Halloween, iré de vampiro, ¿crees que daré el pego? —preguntó con voz chispeante, y le guiñó un ojo mientras detenía el coche frente a una verja.

—Lo dudo, eres demasiado guapo para
pasar por el típico vampiro —respondió Jisung  revolviéndole el pelo con la mano.

—¿Truco o trato? —ronroneó inclinándose sobre él.

Donde el cielo cae... [MINSUNG] SKZ •ADAPTACIÓN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora