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Jeongin se puso de espaldas al grupo de chicas eufóricas, apretó el ramo entre sus manos y con un fuerte impulso lo lanzó hacia atrás. Minho aprovechó el momento para escaparse un rato de la fiesta. Enfiló el sendero y llegó hasta el lago. Esa noche sus aguas parecían un oscuro y profundo abismo salpicado de leves destellos que oscilaban en el suave oleaje.

Apoyó la espalda contra el tronco de un
frondoso sauce y cerró los ojos tratando de vaciar su mente. Necesitaba olvidarse, al menos durante unos minutos, de la búsqueda del cáliz, de Eun Woo y de cómo había perdido al ser que más amaba. Si estar separado de él había sido horrible, tenerlo tan cerca y no poder tocarlo era aún peor. ¡Por Dios, los celos habían estado a punto de consumirlo mientras él bailaba con su hermano! Pero sabía que aquella reacción instintiva era una insensatez. Primero, porque no tenía por qué sentir celos de Christopher y segundo, porque ni siquiera tenía derecho a experimentar tal sentimiento.

Una leve perturbación en el aire agitó su conciencia. Se frotó el pecho con el pulgar, el tatuaje comenzaba a quemarle.

—Bonita ceremonia —dijo una hermosa
voz a su lado. Minho abrió los ojos lentamente y se encontró con la mirada plateada de Gabriel sobre él.

—¿Has cambiado de opinión? —preguntó el vampiro en tono mordaz.

Gabriel rió por lo bajo y enfundó las manos en los bolsillos de su elegante pantalón negro.

—No tengo intención de matarte, Minho. Con un poco de suerte otros se ocuparán de ese menester.

Minho frunció el ceño con desconfianza y se enderezó hasta que sus rostros quedaron a la misma altura.

—No, yo no envié a los Nefilim —añadió
el arcángel esbozando una sonrisita de
suficiencia— y sí, puedo ver parte de tus
pensamientos. Por eso estoy aquí. Te pedí que te alejaras del otro espíritu… —Se encogió de hombros—. O que lo mataras. Creí que había sido muy claro contigo, la profecía no puede cumplirse. Así que, ¿a qué esperas?

—Si puedes ver mis pensamientos ya sabes cuál es la respuesta —replicó Minho de forma desafiante, había tomado la decisión de no confiar en nadie salvo en sí mismo.

Una furia absoluta se dibujó en la cara de Gabriel, que desapareció tras una sonrisita burlona carente de cualquier humanidad. Los pensamientos de Minho eran nítidos en su mente. Su determinación respecto a Eun Woo era un muro contra el que iba a estrellarse. De nada iban a servirle en ese momento las amenazas, pero la paciencia era una virtud que solía dar grandes recompensas. Al final el vampiro haría
lo que debía hacer, él mismo se encargaría de que así fuera.

Dio un par de pasos hacia Minho y alzó
las cejas con un gesto desdeñoso.

—Busca ese cáliz y destrúyelo —ordenó
con voz inexpresiva mientras se diluía en el aire.

Minho volvió a reclinarse contra el árbol con un suspiro. Se llevó la mano a la frente y se masajeó las sienes con el pulgar y el dedo corazón. Apoyó la cabeza sobre la corteza cuarteada del tronco y cerró los ojos.

Le olió incluso antes de oír sus pasos, se
acercaba por el sendero con paso vacilante por culpa de los zapatos que llevaba. Estaba nervioso, con el corazón acelerado y la respiración agitada. Podía sentirlo en las vibraciones que llegaban hasta él a través del aire. Pasó a menos de dos metros del sauce y se acercó a la orilla sin percatarse de su presencia. Se quedó inmóvil y callado, y le observó con un nudo en la garganta que lo ahogaba. Su piel estaba más pálida de lo habitual. El maquillaje prácticamente le había desaparecido y sus mejillas se veían coloreadas por un rubor natural. Simplemente precioso.

Jisung contempló el agua ensimismado.
Cerró los ojos y una leve sonrisa curvó sus labios agradecido por el silencio que reinaba en aquel sitio. Estaba que se subía por las paredes y deseaba, con todas sus fuerzas, que la fiesta terminara cuanto antes para poder volver a casa, meterse en la cama y olvidarse de todo. De la tortura que estaba sufriendo al estar tan cerca de Minho.

Donde el cielo cae... [MINSUNG] SKZ •ADAPTACIÓN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora