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Minho gruñó sin darse cuenta. Una afilada mezcla de ira y posesión dominaba su feroz instinto protector en lo tocante a Jisung. Así que, cuando Gabriel se acercó a él para «palpar» el alma de su hermano en su interior, Minho tuvo que recurrir a todo su autocontrol para no saltarle encima y apartarlo de un empujón. También ayudaba que Eun Woo tenía una mano en su brazo y Christopher y Changbin  estaban delante de él como un muro de contención.

Jisung no apartaba los ojos de él. Lo hechizaba por completo con su carácter taciturno, sus besos oscuros y su instinto protector. Lo aterraba que cada minuto pudiera ser el último, y si podía elegir la imagen que captaran sus retinas antes de apagarse, esa era la de él.

—Se está haciendo más fuerte —dijo Gabriel tras apartar las manos de la cabeza de Jisung. Miró a Miguel como si fuera el único presente en la habitación—. Pero no veo nada que lo una a él. No hay ataduras, solo lo contiene.

—Entonces, ¿sería posible? —inquirió Miguel. Gabriel se quedó pensando. Al cabo de unos segundos se encogió de hombros.

—Técnicamente sí —respondió—. Pero ya sabes que en este caso no se trata solo de técnica. Se necesita a alguien con un gran poder que pueda llevar a cabo el rito.

En cuanto Gabriel se alejó de Jisung, Minho fue hasta él y lo atrajo hacia la protección de sus brazos. Lo besó en el cuello en un acto de afecto completamente espontáneo

—¿Puede hacerse? —preguntó Minho sin rodeos—. ¿Y cómo de peligroso sería para él?

—Podría hacerse, o eso parece. Pero no estamos seguros de si sería peligroso. Nadie esperaba lo que pasó anoche, alejarse de él casi lo destroza —respondió Miguel.

Minho se pasó una mano por la barba incipiente. No estaba dispuesto a usar a Jisung como si fuera un experimento, con la simple esperanza de que pudiera funcionar.

—¿Lo harías tú? —preguntó Jisung, que hasta ese momento había permanecido callado.

—Sung, no... —replicó Minho con un sonido ahogado que expulsó todo el aire de sus pulmones. Trató de que se girara para que lo mirara. Pero él se deshizo de su contacto y dio un par de pasos hacia Miguel.

—Si existe una posibilidad, no voy a ignorarla porque sea peligrosa —repuso él. Se dirigió de nuevo al arcángel—. ¿Harías tú ese exorcismo?

Miguel sacudió la cabeza. Una extraña aflicción formaba arrugas en su rostro, se sentía desarmado con todo aquel asunto.

—No, yo no podría. Debe hacerlo un humano, un hombre de fe.

—¿Un sacerdote? —preguntó Jisung, y añadió antes de que él respondiera—: ¿Por qué un humano, cuando es evidente que ustedes tienen poderes que ellos no?

—¿Por qué el fuego quema y el agua se congela? ¿Por qué un pájaro vuela y un escorpión posee veneno? Porque así se crearon, del mismo modo que a ciertos humanos se les dotó de dones que los
hacen necesarios en un mundo donde las divinidades no pueden intervenir sin romper las reglas. Un profeta predice; un vidente muestra lo que está por venir; un hombre creyente puede expulsar a un demonio de un recipiente inocente... Tienen sus propios protectores.

Jisung asintió una sola vez y alzó la barbilla sin que su rostro mostrara dudas, solo una férrea seguridad.

—Bien —aceptó con voz firme. En realidad le importaba un cuerno el cómo o el por qué, solo quería que aquella pesadilla acabara—. ¿Sirve cualquiera o debemos buscar a alguien en particular?

Minho soltó una maldición. Se acercó a Jisung y posó las manos sobre sus hombros con una delicadeza que no encajaba con la rabia que destellaba en sus ojos.

Donde el cielo cae... [MINSUNG] SKZ •ADAPTACIÓN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora