.:: PROFECÍA ::.

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—LEINAE.

—¿Sí?

—¿Estás segura? ¿Estás segura de que es
esto lo que quieres?

Leinae miró al hombre postrado ante ella y sonrió. Alzó la mano y le acarició el rostro con ternura, después se inclinó y depositó un beso en sus labios.

—Sí, es a ti a quien quiero —respondió.

—Pero ellos… nosotros…

—Shhhhhh —lo hizo callar. Enredó la mano en su cabellera color miel y lo atrajo hacia su regazo. Suspiró con la mirada perdida en algún punto del amplio salón, y comenzó a acariciarle la cabeza—. No te preocupes por ellos.

—Pronto lo sabrán —replicó él alzando el rostro para mirarla a los ojos—. Mi alma está condenada, pero no podría soportar que por mi culpa la tuya corriera la misma suerte.

—Mi alma no corre ningún peligro, solo el de romperse en mil pedazos si se separa de ti.

Él sonrió y con dedos temblorosos le rozó la mejilla. Se puso en pie muy despacio, sin apartar la mirada de sus ojos.

—Iré a prepararlo todo —dijo él.

Leinae observó cómo la razón de su ser
abandonaba el salón, cerró los ojos un instante, mientras se ponía en pie, y con determinación se giró.

—Hola, hermano —susurró.

De un rincón en penumbra surgió una
figura, alta y esbelta, de piel traslúcida.

—He tenido que verlo con mis propios ojos para creerlo. En verdad tú y él… ¿Por qué?

—Aún no he conseguido transformar en
palabras lo que mi corazón siente —respondió Leinae.

—¡Tu corazón no puede albergar ese tipo de sentimientos! —replicó su hermano, enfadado—. Vendrás conmigo y otro ocupará tu lugar. Aunque, después de esto, lo único que deseo es acabar con él y con toda su maldita progenie.

—Tú no tienes el poder para hacer eso, ni tienes motivos. No ha abandonado el camino en muchos siglos.

—Otro ocupará tu lugar, vamos —dijo él
tendiéndole la mano.

—No, no iré contigo.

Él la miró aún más enfadado, dio un paso hacia ella con el brazo extendido.

—No iré contigo —repitió Leinae en tono severo—. Sé que no puedes entenderlo, que consideras que mi actitud es un desafío y una barbarie. Pero no es así, no busques nada sucio, hermano, solo encontrarás amor. Y ambos sabemos lo poderoso que puede llegar a ser ese sentimiento.

—No es ese tipo de amor el que nosotros
debemos conocer —señaló él bajando el brazo—. Si te quedas, no podrás regresar.

—Lo sé.

—No tendrás nuestra protección.

—Lo sé —respondió Leinae con una
sonrisa.

—No hay nada que pueda decir para
convencerte, ¿verdad?

Leinae negó con la cabeza sin dejar de sonreír.

—No.

Él la observó con detenimiento, frunció el ceño y clavó la mirada en su vientre. Su expresión se tornó incrédula y poco a poco se fue transformando con una mueca de asco. Instintivamente, Leinae se abrazó el estómago.

—¡Desde este momento quedas expulsada, dejarás de usar tu nombre y olvidarás que algún día fuimos hermanos!

Leinae apartó la mirada de su rostro y sus ojos se llenaron de lágrimas. Apretó los párpados para evitar que se derramaran por sus mejillas. No se movió cuando lo sintió acercarse, ni cuando notó sus labios posarse sobre su frente con el más dulce de los besos.

—Tu secreto será mi secreto —susurró él sin despegar los labios de su piel—. Adiós.

Leinae observó a su hermano dirigirse al balcón y como desaparecía en la oscuridad de la noche sin mirar una sola vez atrás. Entonces las lágrimas rodaron por sus mejillas como una cascada. De repente se quedó inmóvil, posó una mano sobre su vientre y se limpió las lágrimas.

Se había movido.

Donde el cielo cae... [MINSUNG] SKZ •ADAPTACIÓN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora