BRENIN3 meses después.
Recorrí con ansias cada rincón de la tienda. Tenían de todo lo que uno podría elegir, en variedades de colores y formas.
–¿Qué podríamos llevar? –preguntó Antón.
–No lo sé –deslice la yema de mis dedos por una tela–. Hay muchas cosas.
–Debe ser algo único y lindo.
–Lo sé –suspire indeciso con tantas cosas a mi alcance.
Volví a recorrer una vez más y me detuve frente a un pequeño estante observando las piedras brillantes.
–¿Algo en lo que te pueda ayudar? –una voz femenina llegó a mis oídos.
Voltee la cabeza en dirección hacia ella y una morena me sonreía con coquetería.
–Solo observo –deje de verla–. Gracias.
–Bueno... pero podría orientarte –sentí que se acercaba más y mi cuerpo se tenso ante su cercanía–. Haz estado mucho tiempo merodeando, quizás necesitas que te ayuden. Yo podría ayudarte en cualquier cosa que necesites.
–No vayas a caer en sus insinuaciones –gruñó Antón.
Negué e intenté alejarme, pero sus dedos se aferraron a mi brazo erizando cada poro de mi cuerpo y un escalofrío me recorrió la columna.
–Insisto que podría ayudarte –el tono sugerente en su voz, más su toque me molestó.
Saque mi brazo de su alcance con más fuerza de la debida y su rostro se sorprendió.
–Te diré algo, una palabra muy sencilla, incluso la deletrearé para ti –me volví hacia ella con una sonrisa ladeada y sus ojos brillaron de deseo–. N-O, no –endurecí el rostro y su sonrisa se borró de golpe–. No me interesa –la recorrí con disgusto–. Así que ahórrate la ayuda.
Agarré el objetó que más me llamo la atención y la dejé ahí, me acerqué a la caja para pagar. Por suerte no era la misma muchacha y la anciana que atendía se disculpó en nombre de ella con la vergüenza tiñendo su rostro.
Le reste importancia y pedí que me envolviera la compra en un papel bonito.
Salí de la tienda y revisé la hora en mi celular. Aun tenía tiempo para llegar. Me alejé unos cuantos metros yendo hacia el inicio de la arboleada y me senté en una roca. Saque del bolsillo de mi chaqueta una pequeña mezcla de plantas.
Hierba buena, albahaca y romero.
Saqué el collar de la bolsita y abrí el pequeño dije que traía dejando caer un poco de la mezcla dentro. Lo cerré y aprete contra la palma de mi mano formando un puño, cerré mis ojos y recité unas cuentas palabras para darle protección.
Volví a meter el collar dentro de la bolsita y me coloqué de pie comenzando a caminar cuando mi celular comenzó a sonar. Lo saque del bolsillo y acerqué a mi oreja.
–¿Aló? –contesté consciente de quien era.
–¿Dónde estás? –su voz grave llego a mis oídos.
–¿Por? ¿Me extrañas?
–Idiota –gruñó con un tinte de burla–. Sabes porque, ella no ha dejado de ver la puerta con cada invitado.
Mi corazón se contrajo y me detuve.
–¿Ya empezó? Pero si aun no es la hora.
–Los invitados siempre llegan antes.
ESTÁS LEYENDO
Recházame
FantasyAlmas gemelas, dos palabras que colocan el mundo de cualquiera de cabeza. Algo que todo lobo espera y anhela. ¿Pero que pasa cuando la encuentras en la hija de tu mejor amiga? ¿Cuándo eres varios años mayor? ¿Cuándo tienes miedo? Dicen que uno perdo...