Capítulo 25

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BRENIN

Camino directamente hacia el despacho de Chris sin haber dado ninguna explicación a la pelirroja que dejo atrás, pese a que sé que me necesita como nunca, pero necesito hablar con ellos primero.

El aura de Chris es cada vez más fuerte a medida que me acerco a la puerta y me detengo unos segundos meditando si realmente debería hablar con ellos ahora.

–Volvamos con Aurora mejor –Antón menciona.

–No seas miedoso –le respondo, pese a que considero su idea.

–Ella nos necesita más –responde–. Además te fuiste sin decirle nada, seguirá creyendo que no la queremos.

–Luego la buscamos...primero hablemos sobre todo con ellos.

–Está bien –suspira–. Pero creo que nos golpearan.

–No creo.

–Yo sí, estoy casi seguro que Zeus desde que nos conoció quiere mordernos.

–Solo alucinas –me río internamente–. Lobo miedoso.

–Como digas.

Toco una vez la madera frente a mí y un gruñido me recibió cuando entré sin esperar nada más. Chris está tras su escritorio e Isa está sentada sobre sus piernas acariciando su cabello.

–¿Qué sucede? –pregunta ella ya que el rubio me ignora con la cara escondida en el cuello de su pareja.

–Queria conversar con ustedes sobre todo lo que pasa con Aurora –respondí acercándome lentamente al escritorio.

–¿Qué sucede con ella? –preguntó Isa.

–Lo de la marca y sobre...

–¿Sobre cómo te has estado comportando como un imbecil con ella desde el cumpleaños? –Chris alzó la vista viéndome con los ojos rojos.

Me interrumpió dejándome sorprendido por las palabras mientras la intención de sentarme desistia de mi mente al verlo.

–Yo...

–¿Sobre cómo te has negado a aceptar el vínculo que los une? –me gruñó e hice una mueca con la boca.

–Chris...–Isa intentó hablar, pero tampoco pudo.

–Sí, yo...

–¿Haz venido a pedirnos permiso para dejar de ser imbecil o a decirnos que la harás sufrir aún más con tu rechazo? –volvió a interrumpirme y fruncí el ceño.

–¿Me dejaras hablar o no? –le gruñí, pese a que sabía que era mala idea.

–¿Quieres que nos mate? –Antón me reclamó.

Se colocó de pie gruñendome obligando a Isa a hacerlo también y retrocedí un par de pasos cuando vi su intención de acercarse, pero se vió interrumpida por la figura de mi amiga que le impedia el paso.

–Calmate...–Isa tomó su rostro entre sus manos bajándolo a su altura–. No seas un lobo gruñón.

–¿Por qué me retas a mí? –habló aún con los ojos rojos–. Él es el imbecil con nuestra hija.

–Porque tú eres el que tiene los ojos rojos –respondió ella acariciando su rostro–. Escúchalo...

Chris bufó y me dio una mirada de rojo con el rostro aún entre las manos de Isa.

–¿Después puedo morderlo un poquito? –preguntó en un susurró que logré escuchar.

–¡TE DIJE QUE QUERÍA MORDERNOS! –Antón chilló.

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