Capítulo 18

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AURORA

UN MES DESPUÉS

Camine sigilosamente entre los pasillos de la biblioteca esperando no ser vista o interrumpida, necesitaba llegar hacia el area de libro "prohibidos". Que más que prohibidos, eran libros de lengua antigua que no todos podrian tener acceso a ellos debido a la informacion que poseian.

–¿Crees que nos dejen pasar? –preguntó Anahí.

–Eso espero, es la unica opcion que nos queda.

He estado averiguando por todas partes, desde libros al internet sobre la marca que tengo en el brazo, pero no he podido dar con una respuesta clara.

Lo unico que logré averiguar es que, tal como sospechaba, está hecha con magía. Ahora, el por qué me la pusieron a mí o para qué sirve realmente sigue siendo un enigma.

Llegamos hacia al area donde necesitamos entrar y me detengo abruptamente en la esquina del pasillo cubriendome con el estante de libros al verlo.

Brenin.

–¿Qué hace él aquí? –susurro a la nada.

Me asomo levemente para poder verlo y como siempre me sucede, mi corazón se acelera inmediatamente ante su presencia.

No alcanzó a verme, por suerte, porque sigue conversando con el muchacho que custodia la habitacion donde se encuentran los libros que necesito. Mientras ellos conversan absortos en lo que revisan en la pantalla del computador, mis ojos recorren la figura de Brenin.

En su cabello negro acebache despeinado, no se lo ha cortado ultimamente por lo que mas mechas se encuentras más largas de lo habitual en el frente llegando casi a sus cejas. Su mandibula varonil, su nariz despingada y sus labios levemente carnosos.

Sus cejas están fruncidas, como siempre, y sus hermosos ojos verdes se ven aún más intensos debido a la poca luz que hay dentro de esta area.

–¿Vamos a hablarle? –pregunta Anahí con entusiasmo.

–No...–respondo sin apartar la vista de él–. Te recuerdo que estamos aquí con una mision.

–Pero... quizas él pueda ayudarnos.

Niego con la cabeza soltando un suspiro al mismo tiempo que un escalofrío me recorre la espalda cuando Brenin endereza la postura cruzando los brazos sobre su pecho. Lleva puesta una camiseta manga corta, logrando que los musculos se le marquen por aquella postura.

–¿Podemos languetearlo un poquito? –Anahí ronronea haciéndome reír.

–No, no podemos.

–¿Por qué no? –pregunta con tristeza fingida.

Medito un poco su pregunta mientras sigo observando a mi hombre, en su postura rigida, sus cejas fruncidas y su aura oscura; que pesé a que me deberia mantener alejada, lo unco que hace es que quiera acercarme más a él.

Porque toda esa faceta de chico malo y temible desaparece en cuanto me ve.

Y pese a que espero que eso pueda ser suficiente, sé que no es. Queda un mes para mi cumpleaños, 30 días y aún puedo notar la resistencia que coloca en torno a nosotros. Porque aunque él no niego, sé que él sabe que somos destinados.

Simplemente aún no lo acepta.

–Porque no –respondo finalmente.

Pasan un par de minutos más en los que espero para que él se vaya, cuando finalmente comienza a despedirse.

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