Capítulo 7

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BRENIN

6 años después.

Una voz y aroma completamente nuevo es captado por mi cerebro. Una voz que jamás había escuchado, era grave, pero no lo suficiente. Aun así, podía distinguir que era de un hombre.

Camino por el pasillo en dirección a la escalera con curiosidad de saber quien es y que hace aquí, pero la pregunta se responde por si sola cuando desde la cima lo veo sentado en el suelo del salón junto a mi pelirroja.

Ella se encuentra a su lado, ambos en posicion de indio y están concentrados viendo unos libros frente a ellos.

–Debe ser un compañero de la escuela–habla Antón.

–Pude notarlo.

Me quedo de pie observándolos desde lejos, sin bajar aún. Atento a cada movimiento que el muchacho hace entorno a ella. Debe ser de su misma edad, no se ve mayor de 14 años. Cabello medianamente largo, castaño y tez clara.

Los guardias de siempre se encuentran rondando por fuera ya que los vi pasar por el ventanal, puedo distinguir el aroma de Rosita proveniente de la cocina, pero los padres de la pelirroja no están.

¿Los dejaron solos? ¿aquí?

La risa de Aurora me saca del trance y fijo mi atención en ella; en como sus ojos se achican, su cabeza se va ligeramente hacia atrás por la risa y sus dientes blancos quedan a la vista. Debe haber reído de algo que él dijo, porque terminó de reír mientras lo veía y luego apoyó su mano en el hombro de él empujándolo levemente.

Un malestar se instalo en mi pecho junto a un leve gruñido de Antón.

Apreté mis manos a mis costados sin saber realmente porqué, pero no me gustaba que riera con él o que lo tocara.

¿Por qué? No lo sé.

Simplemente quería que sus sonrisas fueran para mí, quizás he estado acostumbrado a ser el único junto a ella, ya que desde pequeña siempre ha preferido andar conmigo.

Mi mandíbula se añadió a la molestia apretándose cuando el muchacho elevo una de sus manos y la acerco a su rostro para colocar un mechón de pelo que se movió debió a la carcajada reciente y lo colocó tras su oreja.

Sin evitarlo y dejándome llevar por la molestia en mi cuerpo mis pies se movieron comenzando a bajar la escalera. Debo haber hecho más ruido del habitual al hacerlo porque los ojos de Aurora conectaron inmediatamente con los míos mientras descendía.

Su sonrisa flaqueo levemente, antes de romper el contacto visual y ver a su compañero.

Estaban susurrando, murmurando, secretos entre ellos que yo quería saber. Porque quería saber todo de ella y no me gustaba que tuviera secretos con alguien más.

–Aurora –hablé con firmeza cuando llegué junto a ellos, de brazos cruzados–. ¿Qué haces?

El muchacho que se encontraba de espaldas a mí volteó y se puso de pie sacudiendo sus jeans.

–Hola, mucho gusto. Soy Mauricio –se presentó y estiró una mano en mi dirección–. Compañero de Aury.

–¿Cómo le dijo? –Antón gruñó con desacuerdo mientras yo veía su mano estirada.

Aurora se puso de pie y camino los pocos pasos hasta quedar junto a nosotros con una leve sonrisa adornando su rostro. La recorrí con la mirada deteniéndome en el colgante que aun utilizaba colgando en su cuello, aquel que le di en su primer año de vida.

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