Capítulo 31

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BRENIN

Dos día, ya habían pasado dos días desde que comenzamos a buscar y no dábamos con nada.

Antón no ha querido devolverme el control desde que se lo cedí cuando llegamos a los límites de las tierras reales y no tenía problemas con ello, porque sabía que él haria todo lo posible por dar con nuestra pelirroja.

–¿Crees que estemos aunque sea remotamente cerca de ella? –pregunté.

–No lo sé, eso espero... siento que hemos recorrido los mismos lugares.

Alzo la pata derecha y restregó la bufanda de Aurora contra su nariz.

–Ya está perdiendo el olor...–murmuró con tristeza–. Quizas debimos traer más cosas.

–Hubiera sucedido lo mismo –respondí–. Sin ella el olor se desvanecerá igual.

–Cierto...–se dejó caer sobre su trasero admirando la pequeña laguna que había frente a nosotros–. ¿Crees que está bien? No quiero que la lastimen.

Pensé por unos momentos y suspiré mentalmente.

–Quiero creer que está bien, que al necesitarla no le haran daño...–negué–. No quiero imaginar que quizas la están torturando o haciéndola sufrir porque sino perderé la cordura y debemos mantenernos enfocados para poder encontrarla.

–Lo sé, he intentado no pensar en eso también y solo centrarme en ella –respondió–. Si perdemos el foco terminaremos haciendo cualquier estupidez y bastante ya haz hecho tú como para que yo también las haga.

Bufé, pero no respondí nada.

Porque tenía razón.

–¿Crees que me perdone? –pregunté temeroso.

–Sí, lo hará –respondió sin dudas–. Además me tienes a mí, eso es un gran factor a tu favor, porque soy irresistible.

Rodé los ojos y me reí.

–Te prometo que remediare todo esto...que tendrás a tu compañera.

–Sé que lo harás –asintió con la cabeza mirando hacia un costado donde una ardilla corría–. ¿Crees que sea hora de inaugurar nuestra casa?

Lo medité unos momentos y volví a asentir.

–Sí, creo que es hora –concordé–. Debemos tener nuestro propio hogar y que mejor que sea con ella una vez me acepte de vuelta.

–Para tener nuestros cachorritos.

Sus palabras me dejaron sin habla, ya que apenas estábamos pensando en recuperarla y él hablaba de cachorros. Unos de los que jamás pensé que tendría, porque nunca imaginé que encontraría a mi compañera, hasta que mi pelirroja apareció.

–Primero centremonos en encontrarla –respondí sin saber qué más decir.

–Está bien, pero...

Se calló de golpe cuando sentimos que algo se acercaba a gran velocidad o mejor dicho alguien. volteamos en esa dirección colocándonos alerta a la espera de un inminente ataque debido al aura que la persona traía, pero no sucedió.

Pudimos distinguir a un lobo café con matices rojizos aparecer entre las malezas y árboles caminando en nuestra dirección.

Retrocedimos un par de pasos y agachamos la cabeza cuando cambió de forma dando paso al hombre. Sentí que se escabulló tras un árbol y luego sentí el sonido de la ropa siendo removida.

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