Capítulo 6

6.6K 632 134
                                    

BRENIN

5 años después.

Desde lejos observo como mi pequeña pelirroja intenta mover unas pequeñas rocas con su magia. Desde que nos mostro indicios de ella cuando tenia apenas 3 años supimos que debíamos entrenarla, no podíamos permitir que se descontrolara, menos cuando a tan corta edad ya la poseía.

Un pequeño berrinche y podría ocasionar caos.

Por suerte, eso nunca sucedió. Su magia era sumisa, no la dominaba y si bien había veces en las que sus berrinches o enojos eran fuertes su magia nunca salió a flote.

Todo era bueno, le enseñe unas cuantas cosas inofensivas, como a hacer las burbujas que siempre le gustaron. Me encantaba hacer magia para ella y ver el asombro en sus ojos. La felicidad en ellos por algo que nosotros hicimos por ella.

Hasta que Isabella decidió que alguien más debía entrenarla, alguien que no era yo.

Usando como argumento que por el apego que tenia con ella no seria racional con su aprendizaje, que nunca la llevaría al límite o expondría. Y si no hacia eso, jamás podríamos saber el alcance de su magia.

Pura mierda.

Sí, quizás no la hubiera puesto en peligro o en situaciones muy extremas, pero eso no quiere decir que no podría haber desarrollado su magia.

Así que simplemente ahora todas las tardes vengo al mismo lugar, tras los árboles y poder vigilarla. Estar atento en caso de que necesite mi ayuda.

–Bien Aurora –la felicita Manuel, su entrenador–. Ahora fragmenta las rocas.

Veo como su frente se arruga y su lengua sale un poco fuera de su boca ante el estado de concentración en el que se encuentra. Rio para mis adentros, intentando meter el menor ruido posible para no desconcentrarla.

Sus ojos brillan en esos colores celeste y morado que tanto me impresionan y las rocas poco a poco que flotan a su alrededor comienzan a fragmentarse, o al menos algunas de ellas.

–Bien, excelente –aplaude Manuel acercándose a ella y mi cuerpo se tensa–. Dame esos cinco.

Estira una mano en dirección hacia Aurora y ella sonríe con la boca cerrada en su dirección antes de saltar levemente y chocar su palma con la de él.

–Hiciste un muy buen trabajo, con el tiempo podrás dominar ese truco y quizás darles forma a las rocas.

–Gracias –responde con su voz angelical de niña mientras yo ruedo los ojos sin poder evitarlo.

–Eso fue todo por hoy, así que recoge tus cosas y puedes irte– le acaricia el pelo y Antón gruñe levemente en mi pecho–. Puedes acercarte Brenin.

Bufo y salgo de mi escondite caminando hacia ellos, Manuel se despide y se adentra en la escuela.

Aurora me sonríe antes de correr hacia donde se encuentra su mochila y antes de que la cuelgue sobre su espalda se la quito y me la cuelgo yo en el hombro.

–Gracias –me sonríe mostrando todos sus dientes.

–De nada pequeña –estiro mi mano para que ella la tome, mis ojos cayendo en el collar de su cuello–. Debes estar cansada.

–Sí, un poco –responde tomando mi dedo índice y medio entre su mano.

Antón comienza a ronronear como siempre que nos toca y comenzamos a caminar.

–¿Qué aprendiste hoy? –pregunto bajando la vista hacia ella.

–Nada nuevo, solo repasamos algunas cosas que vimos durante la semana –responde viéndome por unos segundos con esos pozos azules idénticos a los de su padre–. Pero la otra semana dijo que me enseñaría a teletransportar pequeños objetos hasta que finalmente pueda yo hacerlo.

RecházameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora