Capítulo 34

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AURORA

El corazón me latia con fuerza en el pecho, tanto así que en algún momento pensé que me desmayaría.

Jamás pensé que él sería el que me estuviera buscando, aunque no dudaba que mis papás también lo hacían, fue él el que recorrió el bosque por tres dias seguidos hasta dar conmigo.

–Necesito volver –rompí el silencio.

Su ceño se frunció y me miró fijamente con sus ojos verdes que anhelaba poder ver nuevamente mientras estaba cautiva y ahora lo tenía justo enfrente de mí.

–¿Dónde específicamente? –preguntó.

–A la cabaña.

Negó y se colocó de pie con esfuerzo afirmándose el costado, ya que nos habíamos sentado por un momento para poder recuperar un poco de fuerza.

–Sabes que puedo...

–No –respondió tajante–. A ambas cosas.

Bufé ante lo segundo, porque ya lo había intentado varias veces, pero se negó a dejarme curarlo.

–Ya estoy bien –rodé los ojos–. Sané completamente.

–No me interesa, no lo harás.

Volví a rodar los ojos y lo observé.

Su olor era más fuerte ahora, si antes sentía que me nublaba ahora lo era aún más. No sé qué pasó o si hizo algo, pero el lazo lo sentía latir dentro tirándome hacia él.

Era como una especie de cuerda que nos mantenía cerca, si me alejaba un poco más de lo debido quería volver con él. Necesitaba tenerlo cerca, sentirlo, olerlo o simplemente saber que estaba a una mano de distancia.

Lo mire de pies a cabeza viendo sus ropas sucias con barro, rasgadas en algunas partes, tenía ojeras bajo sus ojos también y mi corazón se infló de amor por él, pero también de dolor por todo lo que tuvo que aguantar para llegar a mí.

Porque sabía que estar en su forma lobuna nunca fue su mayor fuerte.

–Aun así es muy guapo –Anahí suspiró y me emocioné.

–¡Hola! –grité de emoción–. Dios, te extrañe...no sabes la falta que me hiciste estos días.

–Yo también –aulló de tristeza–. Estaba en la oscuridad sola, te llamaba, pero nunca me respondiste. Fue horrible.

–Lo sé, me sentí igual –respondí viendo mis uñas–. No tenía a nadie, lo unico que podia hacer era escuchar al Al...

Me callé cuando recordé algo y alcé la cabeza encontrándome con la mirada de Brenin.

–Necesito tu ayuda –me acerqué a él–. Necesito hacer un hechizo.

–¿De qué? –frunció las cejas.

–El Alpha me pidió romper el lazo con su compañera, para que ella no sintiera nada de lo que le hacen –hablé rapido–. Tengo que hacerlo, no puedo no ayudarlo ahora que mi magia volvió.

–¿Alpha? –preguntó–. Entonces sí era él.

–Sí, era él... –me estremecí e inmediatamente Brenin me atrapó entre sus brazos–. Mi tarea era curarlo luego de que lo torturaran –apreté mi rostro contra su pecho olfateando su aroma a café–. Necesito ayudarlo –mi voz se quebró–. Siempre se preocupó por mí, pese a ser él el torturado, no puedo no hacerlo...

Un sollozó se me escapó sobrepasada ya por las emociones que había retenido por estos días, pero aquí en los brazos de él no pude resistir más. Su calor me daba la seguridad que necesitaba y había extrañado luego de todo lo sucedido.

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