Capítulo 11

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BRENIN

Una Alpha, es una jodida Alpha.

Y joder, no podría estar mas orgulloso de ella.

Con detenimiento la observo mientras avanza frente a mí, afirmándose de las ramas para no perder el equilibrio y enterrando sus zapatillas en el barro sin miedo a ensuciarse mientras subimos el tramo de cerro hasta la cascada.

Esta mañana despertamos, desayunamos todos juntos; incluidos Marcos y su familia. Y rápidamente comencé a organizar todo para poder robármela y así Brandon no salía con alguno de sus planes o intentaba colarse al nuestro.

La quería para mí por hoy.

–O por siempre... –Antón susurró en mi conciencia.

Hice una mueca con la boca en agrado al escuchar aquellas palabras mientras veía con atención cada paso que la pelirroja frente a mí daba, cuidando de que no fuera a caer o tropezar.

–¿Falta mucho? –preguntó con la voz ligeramente jadeante.

Una pequeña risa se instaló en mi boca y negué a pesar de que no podría verme porque iba concentrada en su camino.

–Un par de minutos –agudice mis sentidos para escuchar el entorno–. Detente ahora.

Hizo lo que dije y volteó con el ceño fruncido a verme.

–¿Qué sucede? –preguntó y un sutil brillo de miedo se asomo en sus ojos azules–. ¿Escuchaste algo? ¿Alguien viene?

Sin pensarlo dos veces bajo los pocos metros que nos separaban y llegó junto a mí para refugiarse en mi cuerpo mientras observaba su alrededor. Mi pecho se contrajo de calidez ante su acción; ya que significaba que confiaba lo suficiente en mí para saber que jamás le pasaría algo estando conmigo.

A pesar de que, entre los dos, ella era la más poderosa.

Y por creces.

–No, simplemente quiero que te relajes y tú escuches cuanto nos falta.

Su cabeza se hizo hacia tras para verme con el ceño fruncido.

–¿De qué hablas?

Dejé la canasta que traía en el suelo, la agarre por los hombros y la volteé pegando su espalda a mi pecho. Noté cuando su respiración se alteró y en como su cuerpo se puso tenso, pero ignoré todo eso y solo me centré en el calor que su cuerpo desprendía y en como se acoplaba al mío.

–Cierra tus ojos... –susurré pegando mi boca a su oído inhalando su aroma–. Céntrate en tu alrededor, obtuviste tu loba anoche; si bien no físicamente aún, el hecho de que la tengas ya contigo te ayudará a mejorar tus sentidos.

–O-okey –murmuró con nerviosismo.

Una pequeña sonrisa tiró de mi boca ante aquello, ya que últimamente siempre sucede esto cuando me acerco más de lo que debería. Pero es inevitable no hacerlo, ella es como un imán y yo un magneto.

–¿Cerraste los ojos? –pregunté acariciando sus brazos con mis manos.

–Sí.

–Bien, deja que tu Loba salga a flote –cerré los ojos e hice lo mismo que le decía–. Escucha tu alrededor, escucha los pequeños sonidos... los bichos... el aire...las hojas meciéndose....

–Las escucho... –susurró.

Su respiración ya no estaba acelerada, se encontraba en paz. Al igual que sus latidos.

–Ahora intenta escuchar más lejos –abrí los ojos cuando el sonido de la cascada llegó a mis oídos–. ¿Qué escuchas?

Inhaló hondo y luego soltó el aire antes de hablar.

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